La nota de Carlos Marañón en el blog "Fútbol y Cine" de Cinemanía, no tiene desperdicio.
Blog de cine y deportes, películas deportivas, actores deportistas, deportistas que actúan y algo más.
jueves, 28 de noviembre de 2013
EL CINE SE METE DONDE NO DEBE: TRÁFICO ILEGAL DE JUGADORES
Estamos preparando la vuelta activa del blog. Mientras, les dejamos un anticipo de una películas española que se mete con el tráfico ilegal de chicos africanos para hacerlos jugar en Europa.
Nota "Un cineasta contra el tráfico ilegal de futbolistas", de Carlos Marañón.
miércoles, 17 de julio de 2013
HOOSIERS, O LA ESCUELA CHIQUITA QUE BAJÓ A LOS GIGANTES
Por Diego Brunetti
Cuando pienso en la relación Deporte+Cine, lo primero que se me viene a la cabeza es Hoosiers (Ganadores o Más que ídolos según variaciones del título en español), esa película en la que Gene Hackman personifica al entrenador Norman Dale que conduce a una pequeña escuela secundaria al título estatal de básquetbol en Indiana (sí, disculpen, les conté el final pero esto ya es un clásico de La Claqueta, ¿o no?)
La historia, así contada, suena a la exagerada épica típica del cine, o
hasta de las clásicas telenovelas de la tarde donde la chica pobre conquista al
joven ricachón y uno descree diciendo: “Sí, claro, nadie se había dado
cuenta de que Natalia Oreiro estaba buena hasta que le sacaron la gorrita y el
jardinero”.
Norman Dale (Gene Hackman) al frente de su equipo en Hoosiers.
El tema con Hoosiers es que la
historia está inspirada en un caso real. Y digo “inspirada” porque Angelo
Pizzo, que fue el guionista (y también fue el encargado de escribir Rudy, otra gran película con el fútbol
americano como protagonista, que seguramente tendrá su lugar en este blog), se encarga
de aclarar constantemente que no es un intento de recreación de la temporada de
1954 donde la pequeña “prepa” Milan High School se quedó con el título estatal,
sino que eso fue sólo su inspiración.
En esa época, el básquet secundario de Indiana (considerado como el estado
más basquetbolero de los Estados Unidos. Para tener una idea, se recomienda
leer la biografía de Larry Bird, “Larry Bird Drive”, que tiene un capítulo
dedicado al tema) no estaba dividido en categorías de acuerdo a la cantidad de alumnos
como ahora, por lo que la gesta heroica del pequeño instituto rural ante las
escuelas multitudinarias de las grandes ciudades era posible.
Títulos iniciales y tema original de la película Hoosiers.
Hoosiers, además de ser considerado por muchos entre los mejores films
deportivos de todos los tiempos (para algunos EL NÚMERO 1), llegó a la red carpet en la entrega de los Oscar de
1986. Dennis Hopper, quien personifica a Shooter (el borracho del pueblo,
ex-jugador, padre de uno de los integrantes del plantel y asistente por
momentos del coach principal), fue ternado como mejor actor de reparto; y Jerry
Goldsmith (autor de las bandas sonoras de Planeta
de los Simios, Alien, La Misión, Rambo y Viaje a las Estrellas, entre otras) fue candidateado por la
excelente música.
La película tiene muchos puntos atractivos para el espectador deportivo (además de una infaltable historia de amor entre el protagonista y una maestra que mucho no nos importa). Uno de esos puntos a favor es la muy buena recreación de lo que tiene que ver con el juego (escenas de partidos, gimnasios, etc.) y otro es la representación de la forma en la que se vive el juego en los pequeños pueblos de Indiana. Sin dudas en este segundo punto, es inolvidable la escena en la peluquería, donde varios vecinos ilustres y no tanto, cuestionan situaciones tácticas al nuevo entrenador.
La trama recorre el camino de los Hickory Huskers, el equipo de una secundaria con 161 alumnos y un plantel reducido que viene de algunas malas temporadas y que incorpora a un nuevo entrenador con un misterioso pasado. Para el papel del coach Dale (quien hoy por hoy tiene su propia cuenta de twitter @Norman_Dale), el primer elegido no había sido Hackman, sino Jack Nicholson, quien no pudo hacerla por problemas de agenda (seguramente los días de filmación le coincidían con algún partido de los Lakers). La llegada de este nuevo entrenador modifica algunas cosas en el equipo, impone una disciplina nunca antes vista, es súper estricto en las prácticas en el pequeño gimnasio de la “prepa” (que hoy tiene su propio sitio web The Hooisergym http://www.thehoosiergym.com/ ), dedica mucho a la parte defensiva e intenta imponer un sistema de juego de mucha paciencia, que incluye al menos 4 pases para buscar la mejor opción (los New York Knicks tendrían en carpeta a Norman Dale para la próxima temporada). Todo eso genera polémicas en el pueblo y no tan buenos resultados, pero cuando están por echarlo a patadas, aparece Jimmy Cheetwood (la estrella del pueblo que había decidido no jugar más el año anterior) y condiciona su retorno al equipo a que Hackman siga al frente, momento de quiebre de la película.
La llegada de Jimmy era la pieza faltante para que los Huskers enderecen su rumbo y empiecen a ganar, avanzando etapas hasta llegar a las instancias estatales donde la competencia es cada vez más dura. Lo curioso con Maris Valainis (el actor que personifica a Cheetwood) es que era el único de los que formaban parte del equipo que nunca había jugado al básquet a nivel secundario, a pesar de su exquisita técnica de lanzamiento, que se ve claramente en la siguiente escena (en su versión en italiano):
Nota: Sobre esta escena el actor recuerda: “me propuse no escuchar lo que decía Gene y sólo me concentré en mi lanzamiento, y los tiros empezaron a entrar uno atrás de otro”.
El desenlace es el que todos esperan, y allí es donde se encuentran los más fuertes puntos de contacto con la historia real en la que se inspiró Pizzo. Los Hickory Huskers llegan a la final estatal frente a una escuela potencia en esa época (al igual que le pasó al Milan High School), jugando en una cancha del tamaño que nunca habían visto en su vida (se filmó en el estadio de la Universidad de Butler donde se definió el título del 54). Allí se produce la memorable escena (recreada por muchos entrenadores y que también pasó en la historia original) de medir el aro y la línea de libres para simbolizar que en lo que importa es igual que en su pequeño gimnasio. Es más, los últimos 18 segundos están recreados de manera muy similar, y el tiro ganador de Jimmy (Bobby Plump en la versión Milan High School 54) está lanzado casi desde el mismo lugar.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=p6_Tk_FyoVE (Nota sobre los
campeones del 54 que incluye imágenes de la final)
Tiro final de Jimmy Cheetwood en la película Hoosiers.
Obviamente, después de la victoria todos festejan, todos felicitan al
entrenador, todos celebran su forma de trabajo, todos confiaron en él desde el
primer momento (suena muy real,.¿no?), la historia de amor termina como siempre
pasa en las películas, y Hoosiers se
consagra para siempre en la memoria de los fanáticos que la siguen (seguimos)
venerando, además de un reconocimiento en el Hall de la Fama del Básquet de
Indiana en el año 2012.
Lo que viene, lo que viene: Hoosiers
merece otro post... y lo tendrá, con curiosidades de la película, de sus
protagonistas y de las similitudes con la historia real.
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viernes, 5 de julio de 2013
EL DÍA QUE VILAS GANÓ WIMBLEDON
Se escuchó
mucho, tras la derrota de hoy de Juan Martín del Potro ante Novak Djokovic
en semifinales, que el césped volvió a ser esquivo para los argentinos. Que
estuvieron cerca (Nalbandian llegó a la final en 2002 y perdió con Lleyton
Hewitt) pero que nunca un compatriota pudo levantar el trofeo en el All
England. No es cierto. Hubo un argentino que ganó Wimbledon. Ese argentino es Guillermo Vilas.
Fue en su
única participación como actor en un film, en la película Players (1979). Allí,
Vilas se personifica a sí mismo y enfrenta en la final de Wimbledon al
protagonista, Chris Christensen (Paul-Dean Martin, hijo de… sí, Dean Martin),
un jugador norteamericano del montón que, en medio de un romance con una
enigmática señorita, empieza a jugar bien y termina en la final del Abierto
Británico.
En Players,
que está basada en un libro, Willy es el monstruo a vencer en el partido
decisivo. Todo arranca mal para el yoni, que ve como los dos primeros sets se
van 6-1 y 6-4, pero llega la chica (Ali MacGraw, que venía de un exitazo como
Love Story, con Ryan O’Neal), él la ve en la tribuna del All England, y cambia
el partido (cualquier similitud de argumento con Wimbledon, la de Kirsten Dunst
y Paul Bettany que dan cada tres días en el cable, es pura coincidencia). Con
esfuerzo se queda con el tercer y cuarto set gracias a un doble 7-5, y llegan
parejos al final del quinto. Parece que el hijo de Dean Martin lo va a conseguir,
pero el argentino le arruina la fiesta. A pesar de dos globos muy cortos, poco
dignos del verdadero Guillermo, Christensen la deja en la red y Vilas gana el
set definitivo 7-5. Slow del mini festejo del mejor jugador argentino de todos
los tiempos, y andá a cantarle a tu viejo con Jerry Lewis.
En la vida real,
Vilas, que acuñó la famosa “el pasto es para las vacas”, nunca pasó de cuartos
de final en el British Open.
Aquí, imágenes de la película.
EL HIJO DE DEAN MARTIN, ACTOR Y TENISTA
La película
en la que Vilas gana Wimbledon ni se llegó a estrenar en el país y pasó sin
pena ni gloria por el resto del mundo, aunque por su actuación en ella, Paul-Dean
Martin se llevó una nominación al Globo de Oro como revelación. Es que Martin,
además de actor, era también tenista, y de hecho, pidió como condición para
participar del film que se rodara fuera de su calendario de competencia. Martin
hijo llegó a jugar el torneo de junior de Wimbledon.
En Players,
Martin no solo muestra sus dotes con la raqueta. En un parate de su gira
tenística, ya noviando con la chica, se mete a jugar al fútbol en un picado con
unos nenes, que lo sacuden para que tenga un par de veces. Pero, héroe al fin,
Martin hace un gol y lo festeja como si fuera el de Caniggia a Brasil en el 90.
Paul-Dean Martin trabajó en otra película deportiva: Corazón sobre ruedas,
de automovislimo.
EL DEBUT
ACTORAL DE MCENROE
Varias
figuras del tenis de los 70 y 80 participan con cameos en este film: el rumano
bigotón Ion Tiriac, entrenador de Vilas; John McEnroe, que dio su primer paso
en la actuación aquí y luego estuvo en
muchísimas películas, casi siempre burlándose de sí mismo o comentando tenis
(Zohan, la ya nombrada Wimbledon, Locos
de ira, La herencia del Sr. Deeds), otro rumano como Ilie Nastase (número 1 del
mundo en 1973, ganador de Roland Garros y el US Open) y el primer marido de
Chris Evert, John Lloyd.
EL INDIO
QUE AMARGÓ A JAITE
Párrafo
aparte para Vijay Amritraj, que luego obtuvo un pequeño papel en Octopussy (de
la saga James Bond) y en Star Trek IV (era capitán de una nave espacial).
Considerado uno de los mejores tenistas indios de todos los tiempos (fue 16to
del mundo en 1980), protagonizó una épica victoria en el quinto partido de la
semifinal entre India y Argentina, sobre Martin Jaite, en 1987. Gracias a ese
punto, los hindúes llegaron por segunda vez en su historia a la final por la
ensaladera de plata, logró que habían alcanzado en 1974.
El guión es
de Anrold Schulman, también guionista de Y la banda siguió tocando (una de las
primeras películas que tocó el tema del SIDA), Tucker: un hombre y su sueño (de
Coppola), Cimarron y A chorus line, entre otras. Y su director, Anthony Harvey
también dirigió, entre otras, El león de invierno, ganadora de tres Oscars y en
la cual también estuvo nominado como mejor dirección.
En ese
mismo año de 1979 se estrenó otra película de tenis, que tuvo menos repercusión
incluso que Players. Se trata de Racquet, también con Ilie Nastase y el debut
cinematográfico del sueco Bjorn Borg.
BONUS TRACK
Un video de un particular que consiguió participar como extra de la película y filmó el backstage. Obviamente, está Willy.
viernes, 26 de abril de 2013
LE MANS Y UNA PELI DE FOBAL QUE QUEREMOS VER
Están
pasando cosas piolas en el mundillo que rodea al cine y los deportes. Primero,
en el Turner Clasic Movies Film Festival de Hollywood se proyectará mañana Le
Mans, una de las joyas del cine deportivo, top 3 de las películas de
automovilismo. Con Steve McQueen en la piel de un piloto de carreras ( en efecto, su otra pasión), que vuelve a correr después de un terrible accidente. Alguna vez, el protagonista de Papillon (siempre producirá algo
en mi interior nombrar este film) dijo: “A veces no sé si soy un actor que
corre carreras o un piloto que actúa”.
Esta
película de 1971 fue filmada en gran parte durante las auténticas 24 Horas de
Le Mans de 1970, por lo que, además del bonito Stevie en su mejor momento, se
pueden ver escenas de automovilismo real.
Trailer de la película Le Mans, con Steve McQueen (1971).
El marco es
un festival de cine clásico, que este año se hace bajo el lema “Viajes en
películas” y en un lugar mítico para los
cinéfilos: el Barrio Chino de Hollywood. Son 4 días para hacerse una panzada,
pero bueno, para disfrutarlo hay que estar ahí, en plena California. Un detalle
menor.
Antes de la
película, va a haber una charla con Chad McQueen (a Steve, por obvias razones,
se le hace imposible estar) y los pilotos Derek Bell y Vic Elford, que hablarán
de su experiencia durante la filmación. Sí, quisiéramos estar ahí.
Además de
Le Mans está programada The Swimmer, una muy buena de natación no competitiva,
pero que vale la pena ver. Un señor de clase alta de la afueras de New York
(Burt Lancaster) se da cuenta de que todas las casas de su zona tienen pileta y
decide recorrer el valle entero nadando, de alberca en alberca, charlando con sus amigos y vecinos y contando
un poco su vida.
FÚTBOL A LA
FRANCESA
La
estrenaron en septiembre en Francia. Se viene el estreno en España. Y la
queremos acá. Una buena comedia de fútbol, Les seigneurs (Un buen equipo es el
título con el que verá la luz en las tierras de Gaby, Fofó y Miliki).
Afiche de la película Les Seigneurs, con un simil Rifle Varela de TN en el arco.
Un ex
jugador francés que vive retirado en la isla de Moléne comienza a convencer a
sus ex compañeros de la selección francesa de fútbol, ninguno en su mejor
momento, para que jueguen en el equipo local con el propósito de avanzar en el Torneo
de Copa, recaudar mucho dinero y salvar así a la fábrica de conservas local,
que es la que mantiene a flote al comercio isleño. Arrancan a los trompicones,
enderezan y van a jugar nada menos que el partido definitorio con el Olympique
de Marsella.
El film es
de Olivier Dahan (el de La vie en rose, la película que retrata la vida de
Edith Piaf) y tiene a un par de muy buenos comediantes franceses (Omar Sy, el
de Amigos inseparables, que además dice Carlos Marañón, de Cinemanía, es el que
mejor juega; observen también el parecido, de rostro y peinado, de Ramzy Bedia con el
popstar de las noticias de TN Rifle Varela).
Les
recomiendo ver el trailer (en francés, pero se entiende), el trailer tipo FIFA 13 y leer la nota que
hizo Marañón en su blog de Fútbol y cine, que él sí la vio.
Trailer oficial de Les seigneurs.
Trailer de Les seigneurs, tipo FIFA 13.
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miércoles, 20 de marzo de 2013
MATAR AL RIVAL, LA HISTORIA DE EMILE GRIFFITH
Como en el libro “Crónica de una muerte anunciada”, Ring of
fire: The Emile Griffith story (2005) arranca y te cuenta todo de un saque: que Emile Griffith mató a un rival
en el ring el 24 de marzo de 1962, en el Madison Square Garden de Nueva York en una pelea por el título, televisada en vivo y en directo. Y
que lo hizo porque le dijo maricón. Lo único que deja para un poco más adelante
es que Griffith se enojó porque no es “maricón”, sino que le gustan los hombres y las
mujeres por igual y no sabe bien qué es. ¿No queda nada para después? Sí, queda
todo.
Queda la historia de un boxeador llegado a Estados
Undidos desde Islas Vírgenes en los años 50, un grande de la categoría mediano, seis veces campeón mundial, que
tuvo que ocultar su bisexualidad durante décadas porque ser bisexual o gay a
mediados del siglo XX ya era difícil. Y ser además un boxeador bisexual…
olvídate. También queda la historia de Benny Kid Paret, el cubano que sufrió la
furia de Griffith, la historia de su viuda y su hijo. La historia de un deporte
que muchos no quieren llamar deporte y que cada tanto, cada muerte, desempolva
el debate.
Griffith descargó más de 20 golpes sobre el indefenso Paret, que murió 9 días después en el hospital, sin haber vuelto nunca en sí después del nocaut.
Queda también el relato de una época, las imágenes de
una rivalidad histórica (tres peleas por el título mundial mediano, siempre con cambio de dueño). Y también queda el papel de los medios. Queda ver a Benny Paret (que
había tirado y dejado casi nocaut en el sexto a Griffith) inconsciente en el
rincón en el que su rival lo había molido a golpes de bronca (Paret recibió unos 25 golpes sin atinar defensa, y solo se mantuvo en pie porque Griffith no lo dejaba caer, ya que lo tenía preso contra las cuerdas) , mientras un
periodista entrevista al nuevo campeón, que no puede dejar de ver a su rival mientras
es atendido. Paret no murió en el ring. Falleció 9 días después en el hospital,
sin haber recuperado nunca la consciencia.
Queda, obviamente, la verdad de Griffith, que no era
un tipo violento. Queda verlo como diseñador de sombreros en su
juventud, y verlo hoy, como un abuelo que reconoce su condición sexual y que ya no puede reconocer muchas cosas más. Y que,
pese a haber hecho otras 80 peleas después de la de la desgracia, jamás volvió
a ser el mismo. “Muchas veces he contenido la fuerza de mis golpes por temor a
repetir la historia”, confesó años después el virginiano, el púgil con más rounds disputados en la historia del Madison Square Garden.
BOXEADOR Y BISEXUAL
Griffith no fue condenado socialmente por lo que pasó
con Paret, y esto se lee en un detalle de su carrera: pudo volver a pelear y a ser campeón del
mundo. Pero Griffith sí fue condenado por su condición sexual,
reconocida en parte en una nota de Sports Illustrated en 2005, a los 67 años, y en
2008, confirmada por el libro “Nine-Ten-and Out”, del periodista Ron Ross. “Yo
maté a un hombre y la mayoría de las personas lo entiende y me perdona. Sin
embargo, yo amo a un hombre y eso para muchas personas es imperdonable”. Un
cross de Griffith al mentón de la pacatería y la hipocresía de una sociedad, que, por
ejemplo, no tiene reparos en mandar a sus hijos a la guerra constantemente.
“Esto del boxeo no es nada en uno de los países más violentos del mundo como
Estados Unidos”, dice el periodista de origen latino Juan González en el
documental.
Griffith tenía el físico perfecto para un boxeador.
Queda de nuevo escuchar a James Brown en el inicio,
con su magistral y quirúrgicamente ubicado “It’s a men's world" (Un mundo de
hombres). Y el relato de cómo Griffith terminó en el hospital por 5 semanas en
1992, cuando una patota lo dejó al borde de la muerte a la salida de un boliche
gay, lo que le generó problemas en la memoria a corto plazo (es impactante ver
en el documental a Griffith reconociendo que no recordaba de qué murió su
madre). Queda ver a su esposa. Sí, se casó con una mujer.
LA CONEXIÓN ARGENTINA
A nosotros nos suena el nombre de Griffith por sus
peleas por el título con Carlos Monzón, ambas con victoria del santafesino (KO
14 el 25-9-71 en el Luna Park; y por puntos en Montecarlo el 2-6-73). Griffith
también protagonizó una serie de tres peleas memorables contra Nino Benvenutti.
El italiano le arrebató el cetro mundial
mediano en 1967, Griffith lo recuperó el mismo año ante el mismo rival y lo
volvió a perder un año más tarde, también ante Benvenutti, que sería campeón
hasta el recordado 7 de noviembre de 1970, cuando Monzón, en Roma, lo noqueó y comenzó su reinado de 7 años y 14 defensas. Al igual que con Monzón, Benvenutti trabó una gran
amistad con Griffith. De hecho, el hijo del italiano fue a Nueva York para
recibir clases de boxeo con Emile Griffith.
Tapa de la revista El Gráfico, luego de su segunda defensa del tíutlo, en 1971, en la primera de las dos peleas que hizo con Griffith.
Vale la pena verlo. Incluso vale la pena ver todo el
documental, entender el relato y seguir la historia, solo para llegar al final
y llorar a moco tendido con el encuentro entre Griffith y el hijo de Kid Paret
en el cementerio, más de 40 años después del trágico combate. Queda ver a un
hijo que creció sin su padre y a un hombre que murió un poco aquel 24 de marzo
de 1962.
Acá, la película completa
Fuentes
www.imdb.com
http://www.arcotriunfal.com/466/un_crimen_con_guantes.html
http://www.nytimes.com/2012/04/01/sports/emile-griffith-benny-paret-and-the-fatal-fight.html?pagewanted=all&_r=0
martes, 12 de marzo de 2013
THRILLA IN MANILA: EL DIA QUE ALI QUISO ABANDONAR
Otra vez Ali. Otra pelea histórica. Pero en Thrilla in Manila (2008), este documental
de John Dower (también director de Once
upon the time: the extraordinary story of the New York Cosmos), las cosas
son un poco diferentes de las que se ven en When
we were kings.
DE PELÍCULA
El
combate en sí fue colosal, considerado uno de los más agotadores, extraordinarios
y casi inhumanos de la historia del boxeo. Una de las tantas peleas del siglo,
pero una a la que el slogan le quedó chico. Mohammed Ali y Joe Frazier llegan al combate
del 1 de octubre de 1975, en Manilla, Filipinas, con una victoria para cada
uno. Frazier había derrotado sorpresivamente a Ali el 1 de marzo de 1971, en el
Madison Square Garden cuando Ali estaba volviendo al boxeo después de la
prohibición, y pretendía recobrar su título del mundo. Era la primera derrota
profesional del artista del boxeo antes conocido como Cassius Clay. La
revancha, otra vez en el Madison, en enero de 1974, fue para Ali. Y así fue que
quedó todo listo para el Thrilla in
Manila (Suspenso en Manila, en español), el tercer y definitivo combate
entre ambos.
Tapa de la revista Sports Illustrated, previa a la pelea. Don King dueño del combate. Alí comenzaba su burla hacia Frazier.
A las 10 de la mañana de Manila (otra vez la televisión para Estados Unidos obliga a un horario poco habitual) Frazier arranca, como
siempre, tomándose su tiempo para entrar en ritmo, y Ali intenta sacar provecho
de esos rounds iniciales. No puede. A partir del cuarto, Ali empieza a
cansarse, Frazier toma la iniciativa y da vuelta la pelea, hasta que también afloran
en él síntomas de la fatiga. Ali recupera un poco de aire, llega a conectar dos
buenas manos en el rostro de Frazier y entre los asaltos 11 y 12 (las peleas
por título mundial en esa época eran todas a 15 rounds) le cierra el ojo
izquierdo.
En el round 13, el cine se apodera de la pelea. Un gancho de derecha de Ali hace volar el protector
bucal de Frazier hasta el ringside, y ante la imposibilidad reglamentaria de
volver a colocarlo, aguanta 2 minutos sin él. Su mandíbula lo sufre, lo mismo
que su ojo derecho.
Frazier entra al 14° asalto exhausto y en muy malas
condiciones. Y Ali, que no está mucho mejor, pero da muestras de querer
terminar el combate, sale a rematar su faena. Atacando siempre por el lado
izquierdo de Frazier para aprovechar su ceguera, el de Louisville logra poner
al borde del nocaut a Frazier, al que le cierra también su ojo derecho. Casi
ciego y sin fuerzas, Frazier llega al final del ante último asalto. En su
rincón, su entrenador Eddie Futch detiene la pelea, a pesar de que el Frazier quierea
seguir. “Todo terminó, nadie olvidará lo que hiciste aquí hoy”, le dice Futch a
su pupilo. En el mismo momento que Futch definía el abandono, en el otro
rincón, Ali le suplicaba a su entrenador histórico, Angelo Dundee: “Córtame los
guantes”, que a diferencia del “córtame el párpado” de Rocky, aquí significa
que ya no quiere pelear más. Está agotado. Mientras discuten Ali y Dundee, se dan
cuenta de que Frazier tiró la toalla. Como puede, Ali se pone de pie, levanta
los brazos y festeja, pero a los pocos segundos, cae de rodillas casi desmayado, en lo que se considera una de las secuencias más
dramáticas de la historia del boxeo.
DEL LADO DE FRAZIER
Así como When
we were kings muestra al Ali heroico y carismático, Thrilla in Manila le da la oportunidad a Frazier de decir su
verdad. Y es una verdad que no deja bien parado al más grande pesado de todos
los tiempos.
En su acting provocador, Ali fue mucho más duro con
Frazier que con cualquier otro rival. Algo llamativo porque se suponía que
tenían una buena relación y el mismo Joe había intercedido personalmente ante
el presidente Richard Nixon para que le devolvieran a Ali su licencia para
volver a boxear.
Ali lo llamó “feo”, “ignorante”, “gorila”, “Joe Kong”
y humilló a la familia de Frazier desde que se anunció el combate. Y Frazier
nunca se lo perdonó. Incluso después del reconocimiento que hizo Ali apenas
terminó la pelea en Filipinas. "Joe Frazier, lo diré al mundo ahora,
sacaste lo mejor de mí, eres un hombre increíble, que Dios te bendiga. Es el
mejor boxeador de todos los tiempos, junto conmigo". Ali mandó a pedir
disculpas por todo lo que había dicho sobre Frazier, pero Joe quería algo más:
“Si eran disculpas sinceras, quería que viniera él en persona, y nunca lo
hizo”. La amargura de Frazier por esa pelea es inabarcable. Uno lo ve referirse a ese combate, 30 años después, y queda la sensación de que hubiera preferido morirse en el ring ese día antes que abandonar.
Así quedó el rostro de Frazier luego de la pelea con Ali en Filipinas.
El retrato de Ali queda salpicado en este film y el
mismo Frazier casi como que toma al mal de Parkinson de Clay como un castigo
divino. Una revancha.
Frazier nunca se recuperó ni mental ni físicamente de
aquella tremenda lucha. Al tiempo del combate en Manila, Frazier comenzó a
evidenciar problemas en el habla y también motores, por lo que se retiró en
1976, tras una derrota ante Foreman (volvió en 1980 para pelear y perder con
Larry Holmes y Trevor Berbick, pero en muy mal estado).
SIMILITUDES
Al
igual que en la pelea Ali-Foreman en Kinshasa, un dictador sediento de buena
prensa aportó el dinero para la nueva pelea del siglo. Se trata de Ferdinando
Marcos, el entonces presidente filipino, quien se comunicó con Don King para
acercarle la oferta, y el promotor, que jamás se fijó en detalles nimios como
torturas, ley marcial y terrorismo de estado, aceptó gustoso.
Thrilla in Manila es un documental hecho para televisión, lo que no le resta para nada calidad ni belleza. Por eso quizás no
ganó un Oscar, pero si fue nominada para el Gran Premio del Jurado del Sundance
Film Festival de 2009.
El documental tiene argumento, tiene historia, tiene testimonios impactantes. Pero si no los tuviera, vale la pena solamente por tener dentro a una de las mejores peleas de la historia. Si Stallone no dice que se inspiró en Thrilla in Manila para hacer el final de Rocky II (Apollo Creed, campeón, y Rocky, retador, llegan al último round, exhaustos ambos, caen juntos al suelo y el Semental Italiano logra incorporarse cuando la cuenta para ambos llegaba a 9) es un mentiroso.
Vean los últimos dos rounds de la pelea transmitida por HBO. Si se sorprenden diciendo en voz alta "cómo está cobrando este muchacho, cómo puede mantenerse en pie" es normal. Y recomiendo ver la cara de "no puede ser que todavía esté parado" de Ali.
Aquí va el round final de Rocky II, para comparar.
lunes, 11 de marzo de 2013
ALI Y FOREMAN, EN ZAIRE Y POR 10 PALOS VERDES
When we were kings (1996), el documental sobre la pelea que Mohammed Alí le ganó
al hasta entonces aparentemente invencible George Foreman, en Kinshasa, Zaire,
el 30 de octubre de 1974 (si, pleno cumple de Diego Maradona) es una verdadera
obra de arte, por varios motivos.
En el final del documental, Gast muestra varios de los knock outs más importantes de Ali en su carrera, entre los que se puede ver el que le propinó a Ringo Bonavena el 7 de diciembre de 1970. Pasa rápido. Tómenlo como un juego: descubra al hincha de Huracán en When we were kings.
Afiche del documental When we were kings.
POR LA HISTORIA
El
promotor de los pelos parados Don King (en el film, el escritor Norman Mailer explica su extraño pelambre: “dicen que quedó así porque cayó en el hueco de un ascensor”), no muy conocido
por entonces, intenta meterse en el gran negocio del boxeo. Habla con el
entonces campeón del mundo de los pesados, George Foreman (sí, el de las
parrillas que te venden a las 3 de la mañana en los programas informerciales),
25 años, que viene de destrozar a otros monstruos de la categoría como Ken
Norton y Joe Frazier, y lo compromete a pelear con Ali si le consigue 5 millones
de dólares de bolsa. Foreman acepta. Don King repite el argumento con Ali, 32
años, que había pasado tres años sin pelear y había perdido su título mundial y
su licencia para boxear por haberse negado a enrolarse en el ejército para la
guerra de Vietnam, como objetor de consciencia. Ali también acepta. King tenía a los dos boxeadores, pero le
faltaban los 10 millones. Quien se interesa el proyecto y pone la plata para
lavar un poco la imagen de su sangriento régimen es Mobutu Sese Seko, el
dictador de Zaire (antes Congo Belga, ahora República de Congo). La pelea se
hará en Kinshasa, capital zaireña, en el estadio 20 de Mayo, debajo del cual se torturaba y mataba gente, como en el estadio Nacional de Santiago de Chile. La verdad es que este detalle importó poco en general (en el documental se habla del tema pero nadie se escandaliza) y el match es bautizado como "Rumble in the jungle" (Rugido en la jungla).
King organiza un festival artístico, una especie de Woodstock africano, con BB King, James Brown, The Crusaiders, The Spinners,
Celia Cruz y Miriam Makeba (la del Pata Pata), entre otros. La pelea sería el
broche de oro del festival.
Pocos días antes del combate, Foreman sufre una
lesión en un ojo y el enfrentamiento se posterga 5 semanas. Ali realiza durante todo
el mes y medio un trabajo de integración con el pueblo zaireño, se dice uno de
ellos (“soy americano, pero aquí he vuelto a casa a pelear por mis hermanos”) y
se entrena a puertas abiertas. La gente de inmediato se pone de su lado.
Foreman, en cambio, se muestra más serio, se encierra en su bunker y comete el
error de llevar consigo a Zaire a su perro, un ovejero alemán, igual a los que
utiliza para la represión la policía zaireña. Fue al Once con un brazalete con
la cruz gamada, digamos.
Afiche de promoción de la pelea Ali-Foreman, en Zaire.
De todos modos, el día de la pelea, la gran mayoría cree que
Ali será destrozado arriba del ring. El mismo Mailer reconoce que vio el miedo
del púgil de Louisville, “como el de un hombre que va a la horca”. Foreman, que
llegaba con un invicto de 40 peleas como profesional y 37 nocauts, sale a
terminar el pleito rápidamente, pero se encuentra con un Ali que no “baila” en
el ring sino que se recuesta sobre las cuerdas y recibe todo lo que Foreman le
tira. Bomba tras bomba. En el sexto round, el campeón empieza a denotar
cansancio. Ali se suelta y comienza a bailar y a picar (“se mueve como una
mariposa, pica como una abeja”, decía su segundo Bundini Brown). Para sorpresa
y beneplácito general, Ali gana por nocaut en el octavo asalto. Su táctica
sería bautizada como “rope a dope”, algo así como “hacerse el tonto sobre las
cuerdas”.
POR LA FORMA
La fortuna jugó dos veces en favor de When
we were kings. Leon Gast fue contratado para grabar el festival artístico.
De hecho, Gast se había encargado de filmar de otros shows musicales de BB King
y de Greatfull Dead, por ejemplo. Pero, dada la postergación de la pelea y para
matar el tiempo muerto, Gast comienza a seguir a Ali. Y Ali siempre da frutos.
El otro punto que potenció a este documental fue el
paso del tiempo. Casi todo el material se obtuvo en 1974, pero recién vio la
luz 22 años después, por problemas de derechos. Habría sido un gran film en
1975, seguramente. Pero se habría perdido en la ebullición de momento de Ali:
otras peleas, sus constantes apariciones mediáticas, sus polémicas… When we were kings se estrenó en un
momento de casi nula exposición del más grande pesado de la historia y esas
imágenes inéditas de 1974 cobraron una importancia y una belleza que no habrían tenido antes. Además, en 1996, Ali ya padecía los efectos muy marcados del mal
de Parkinson y, lamentablemente, el contraste entre esas imágenes de un Ali en
la cúspide y las del momento del estreno son de knock out.
George Foreman y Mohammed Ali acompañaron a Gast
cuando recibió el Oscar al mejor documental, y fue Foreman quien tuvo que
ayudar a Ali a subir al escenario. Cuando le preguntaron a Foreman si le había
gustado el documental, el hombre de las parrillas dijo: “lo vi varias veces y
sigo pensando que el final va a cambiar”. Foreman aún no puede creer el
desenlace de aquella pelea. Pero el “sigo pensando que el final va a cambiar”
seguramente también refiere al final de sus vidas. Foreman se convirtió en una
persona respetadísima, un tipo alegre, uno de los deportistas más admirados
de los Estados Unidos. Aun se lo ve jovial y activo. Y Ali solo conserva su
fabulosa historia.
Segmento de When we were kings, en el que se cuenta la pelea Ali-Foreman. El "rope a dope" a pleno.
POR EL RELATO
When
we were kings no tiene relato en off. Simplemente se apoya en imágenes y
testimonios para contar una historia fascinante. Y este detalle realza aún más
el excelente trabajo de Gast.
Quedan muchas frases para la historia en el docu, pero
la que se convirtió en marca registrada fue sin duda la que el pueblo zaireño
acuñó para motivar a su campeón: “Ali boma ye”, que significa, simplemente,
“Ali, matalo”. Toda una declaración de amor.
EL DATO ARGENTO
En el final del documental, Gast muestra varios de los knock outs más importantes de Ali en su carrera, entre los que se puede ver el que le propinó a Ringo Bonavena el 7 de diciembre de 1970. Pasa rápido. Tómenlo como un juego: descubra al hincha de Huracán en When we were kings.
Trailer de When we were kings, ganadora del Oscar al mejor documental en 1997.
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TRES DOCUS DE BOXEO TRES (EN TRES POSTS DIFERENTES)
Los dos primeros filmes deportivos que ganaron un
Oscar a la mejor película fueron Rocky
y Million dollar baby. The champ (la original, no la de Jon
Voight) se llevó, en 1932, los premios de la Academia por mejor actor (Wallace Beery) y mejor argumento (lo que
sería mejor guión original hoy).
Body and soul (1948), Champion (1950), Toro salvaje (1981), Marcado
por el odio (1957), todas tuvieron su Oscar.
El boxeo siempre ha supuesto un atractivo para el
cine. Es, casi con seguridad, el deporte que mejor se puede filmar (el fútbol
puede ser el más complejo), y sus protagonistas, su mundo y esa posibilidad de
conseguir la gloria con un solo golpe lo hacen de los más apetecibles.
Si a todo esto le agregamos escenas de boxeo reales,
con figuras de boxeo reales e historias que parecen sacadas de ficción, pero
que también son reales, estamos ante algo bueno. Tres documentales tres, para
disfrutar de grandes momentos del deporte de los puños, llevados a la pantalla
grande.
Hoy, en La claqueta no se mancha, nos metemos con When we were kings (Leon Gast, 1996), Thrilla in Manila (John Dower, 2008) y Rings of fire: the Emille Griffith story (Ron Berger y Dan Klores, 2008).
Ali, Foreman, Frazier y Griffith... Todos campeones del mundo. Todos con algo para contar.
PD: La idea
era hablar un poco de los tres documentales, pero empecé a escribir y las
historias son tan ricas, que me excedí. Por eso, decidí subirlos en tres posts diferentes,
para que no sea un Benito Bodoque.
jueves, 14 de febrero de 2013
FERRELL Y EL BÁSQUET, SHAQ Y EL CINE
No fue el juego de 15 puntos y 11 rebotes
de Luis Scola contra los Lakers, ni tampoco el extrañísimo partido de los 4
puntos de Kobe Bryant en 30 minutos ante los Suns. Al final, la atención del Lakers 91-Phoenix 85 del martes último se la llevaron Will Ferrell
y Shaquille O’Neal.
Will Ferrell se lleva "detenido" a Shaquille O'Neal en el Staples Center de LA.
Aun no se sabe bien si fue para promoción,
parte de la grabación de alguno de los extraños proyectos de Ferrell o
simplemente ganas de hacer ruido, pero el actor se vistió de guardia de
seguridad del Staples Center de Los Ángeles, se clavó unos bigotones y con su
mejor cara de piedra escudriñó al público, como buen húsar de la ley. Llegado el
momento, le llamo la atención a Shaquille O’Neal, que estaba en primera fila
viendo a sus ex equipos, lo hizo parar y se lo llevó “arrestado” fuera del
estadio. En su delirio, hasta eligió un nombre ficticio, que se ve en su gafete
identificatorio: Ted Vagina. Quizá el nombre le haya quedado grabado de su participación en Austin Powers como Mustafá. En esa película aparece una muy apetecible y exuberante malvada de nombre Alotta Fagina (que suena como "mucha vagina" en inglés). Un dato para el orgullo: la actriz que interpreta a Alotta Fagina, Fabiana Udenio, ¡¡¡es Argentina!!!, aunque se fue a vivir a Italia de muy pequeñita. Pero quién nos quita lo bailado.
De todos modos, en estas páginas tenemos que resaltar
lo que nos importa. Hay mucho deporte en la carrera del actor Will Ferrell y
mucho cine en la del basquetbolista Shquille O’Neal.
FERRELL Y EL BÁSQUET
No es la primera aparición de Will Ferrell
en un rectángulo de juego de la
NBA. Hace un año, el 8 de febrero de 2012, hizo la
presentación olímpica en el partido entre New Orleans Hornets y Chicago Bulls.
Si bien su voz resultó impecable, la data
con la que acompañó a cada jugador no fue la tradicional: “En la posición de
forward, con el número 5… todavía vive con su madre… Carloooos Boozer”. Y así
siguió: “Como forward, número 9… colecciona aves raras y tiene un delfín llamdo
Chachi… Luol Deng”. “Como centro, número 30, es de Escorpio y un espantoso
bailarín… Yoachim Noah”.
Los locales también cobraron: “Como
forward, de México, no habla un pomo de inglés pero igual lo queremos… Gustavo
Ayón”, y así hubo para todos.
Hace un año, Ferrell hizo la presentación olímpica en un juego de NBA entre Hornets y Bulls.
Su otro vínculo con el básquet, más actoral
aún, se produjo cuando se puso en la piel de Jackie Moon, dueño, entrenador y
jugador de un supuesto equipo de una liga profesional en la película Semi Pro ,
en la que se parodia toda la década de los 70 y además, un hecho histórico
real: la fusión entre la ABA y la NBA.
Ferrell protagonizó cuatro comedias
deportivas entre 2005 y 2008, una por año: una de fútbol (Kicking and
Screaming), una de automovilismo (Talladega nights: the ballad of Ricky Bobby),
una de patinaje sobre hielo (Blades of Glory) y una de básquet (la ya mencionada
Semi Pro, que merece un post aparte).
Trailer de la muy divertida Semi Pro (2008)
"SHAQ ATTACK" LAS CÁMARAS
El otro protagonista de esta historia, Shaquille
O’Neal, es el caso del deportista que quiere se actor y que pocas veces lo logra.
Pero hay que reconocerle el intento y su búsqueda.
Shaq debutó en la pantalla grande en 1993
haciendo un cameo en la parodia rapper
CB4, de Chris Rock, y en 1994 y con 22 años, ya se presentó como actor en
el papel de Neon, un jugador universitario en la muy buena Blue Chips (con Nick
Nolte y Penny Hardaway). Dos años más tarde tuvo su primer protagónico en
Kazaam, dirigido por Paul Michael Glaser (Starsky de “Starasky y Hutch”), en
una película unánimemente destrozada por la crítica, en la que hace de genio de una lámpara. En el 97
llegó otro bodriazo que lo tuvo como protagonista: Steel. Aquí, el ex jugador
de Orlando Magic hace de un superhéroe de acero y, al menos, se autotoma el pelo por cómo tira los libres. En estas dos últimas, además puso el dinero.
Luego llegaría un nuevo cameo en otra
comedia, Freddy got fingered, en 2001, mismo año en el que obtuvo otro rol
pequeño en la otra película que quiso ser de risa, pero terminó defraudando:
The Wash.
Shaquille también participó de Scary Movie
4 y en la muy buena He got game (1998, con Denzel Washington y el NBA Ray
Allen), haciendo de si mismo, así como en After de sunset (2004, Pierce Brosnan,
Salma Hayek) y en Good Burger (1997), en la que aprovechó su apodo de “comehamburguesas”.
Destacada escena, en la que le preguntan, después de un partido cómo se siente
y Shaq contesta “hambriento”.
El comehamburguesas en una película de hamburguesas: Good Burger.
En su derrotero de cameos, también se dio
el lujo de compartir cartel con un montón de ex conejitas playboy y el mismísimo
Hugh Hefner en The House Bunny (2008).
Hay mucho “himself” en la carrera de
Shaquille O’Neal, sobre todo en televisión. Quizás, para otra vez. Como
despedida, les dejo la excelente parodia de MadTV, Shaq y los Super Lakers,
con la introducción del comediante Aries Spears imitando al pivote. Imperdible.
Capítulo de Shaq y los Super Lakers, en MadTV.
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viernes, 8 de febrero de 2013
SANDRO, UN TIPO DE FIERRO
Cuando Antonio Cafiero terminó de confirmar, en 2009, que
Perón era hincha de Boca, también explicó por qué el General no hacía pública
su elección: “No lo decía
porque, evidentemente, cuidaba a las demás hinchadas de los otros clubes".
Pero volvamos el film. Fernando Andrade (Sandro), que además de un playboy es un rebelde, desoye en un momento las órdenes de su jefe, Enzo Minelli (Alfredo Iglesias), quien pretende que el as del volante deje pasar a Carlos (Juan José Camero) para que gane la carrera por el bien del equipo. Obviamente, Andrade hace caso omiso de las pretensiones del malvado Minelli, y deja a todos mordiendo el polvo. Sergio Cutuli, en su blog “Cosas de autos”, describe este momento de manera brillante: “El tráiler es impagable, sólo superado por la escena de más dramatismo de la película enla que Sandro y Juan José
Camero se disputan la carrera manejando con mocasines en el autódromo Oscar
Cabalén de Córdoba; el trompo con posterior despiste es bizarro, con un auto de
juguete filmado cuadro a cuadro. Luego, el cantante pierde la vista y queda
postrado, pero es en ese momento donde encuentra el verdadero amor”. Véanlo
ustedes mismos.
La periodista Nora Lafon , una de las personas que más
conoció al cantante hasta su fallecimiento el 4 de enero de 2010, insiste en
que no era hincha de ningún equipo y que seguramente en esa nota de la revista Antena haya
dicho lo primero que se le vino a la mente. El Gitano había
transitado mucho por Pompeya y Patricios, y tenía al Globo a mano. Los hinchas
quemeros se abrazan a esa nota y recuerdan, además, que Sandro nació en la maternidad Sardá ,
a pocas cuadras del estadio Tomás A. Ducó. Para ellos, esto como el certificado
ISO 9002.
Igual
de político resultó Roberto Sánchez, Sandro. Un personaje tremendamente
popular, al igual que Perón, del que no hay certeza de su gusto futbolero y que
“no quería hablar de política ni de fútbol porque son cosas que dividen a la
gente”, según asegura Roberto Defazio, fan y conductor del programa “A todo
Sandro”, conocedor del paño. Además de no querer dividir, y a diferencia de
Perón, a Sandro no le interesaba para nada el fútbol. Ni el deporte en general.
Se podría contar entre los argentinos menos deportistas de la historia. Sin
embargo, hay deporte en la filmografía del Gitano.
ESTADIOS
MÍTICOS DEL DEPORTE
En 1970
se convirtió en el primer cantante latino en presentarse en el Madison Square
Garden (en el Felt Forum del Madison Square Garden, que es el estadio secundario, pero Madison al fin, allí peleó Maravilla Martínez en 2012, como bien aclara Ernesto Rodríguez III), un templo del deporte neoyorquino (allí juegan de locales los Rangers,
en la NHL , la
liga profesional de hockey sobre hielo, y los Knicks del argentino Pablo
Prigioni en la NBA ).
Afiche de las dos presentaciones en el Madison Square Garden, un templo del deporte neoyorquino.
También fue el primer artista que hizo un recital en el Luna Park, en 1972, cuando
el estadio solo albergaba veladas boxísticas. Ese mismo año llenó el Maracaná.
Pero el deporte al que más se acercó fue el automovilismo. No porque haya
madrugado seguido para ver al Lole Reutemann en la F 1 o porque el TC lo volviera loco. A Sandro le
gustaban los autos, un poco la velocidad, y además, el automovilismo fue el
único deporte protagonista en una película suya: Siempre te amaré.
DE LA MANO
DE PAIRETTI
En el
film, de 1971, Sandro personifica a Fernando Andrade, un fenomenal piloto de la escudería Minelli ,
que además canta y baila en los boites porteñas, y, como varios de sus
personajes de otras cintas, es arrogante y canchero. En el arranque, además, lo
podemos vemos jugando al bowling y al golf.
Para
esta película, que se grabó en parte en el circuito cordobés Oscar Cabalén, se
utilizaron varios autos de TC y Sport Prototipo del piloto Carlos Pairetti,
amigo del cantante, quien además dobló a Sandro en las escenas de velocidad. El
dueño del mítico Trueno Naranja (un Steven Chevrolet 250 con el que ganó el
campeonato de TC de 1968) contó que, por pedido de Oscar Anderle, co-autor de
varios éxitos y casi un segundo padre del Gitano, jamás le prestaba los autos a
Roberto. Pero un día le insistió tanto que solo sería una vueltita, que
accedió. “Le di un Sport Prototipo, con volante a la derecha. La primera
vuelta pasó bien, despacio; la segunda ya iba más ligero; en la tercera vuelta,
en la curva 5 del Cabalén, se estrelló contra el guard rail y volcó. Quedó
debajo del auto. No me alcanzaban las patas ni el auto que agarré para llegar a
la curva a ver si le había pasado algo a él, porque el auto se arreglaba”,
recuerda el santafecino.
Trailer de la película "Siempre te amaré".
Pero volvamos el film. Fernando Andrade (Sandro), que además de un playboy es un rebelde, desoye en un momento las órdenes de su jefe, Enzo Minelli (Alfredo Iglesias), quien pretende que el as del volante deje pasar a Carlos (Juan José Camero) para que gane la carrera por el bien del equipo. Obviamente, Andrade hace caso omiso de las pretensiones del malvado Minelli, y deja a todos mordiendo el polvo. Sergio Cutuli, en su blog “Cosas de autos”, describe este momento de manera brillante: “El tráiler es impagable, sólo superado por la escena de más dramatismo de la película en
Escena del accidente en el que Fernando (Sandro) queda ciego. Además, corre en mocasines blancos. Hallazgo de Sergio Cutuli.
El
deporte motor llega hasta la mitad de la película. Después
viene la recuperación de Fernando Andrade, que está ciego y en silla de ruedas.
El otrora rey de la velocidad cae en un centro de rehabilitación en medio de
las montañas, donde empiezan a pasar cosas extrañas, como que la enfermera de
la cual luego se enamora (Alicia del Solar, que aparece en los títulos como la
“ganadora del concurso de Radiolandia y Canal 9” ), lo está cuidando, le prende
un cigarrillo y se lo pasa, contrariando cualquier ley de salubridad de una
institución médica. O la discusión que tienen ambos protagonistas sobre dios,
antes de la operación que podría devolverle la visión a Fernando, tras la cual
la enfermera lo deja solo, en un balcón que da a un risco y que tiene solo una
barandita de piedra que le llega hasta las rodillas… ¡y él está ciegooooo! Rayano
con el abandono de persona.
Otro
detalle fierrero son los anteojos para “hacer de ciego” que usa Sandro en toda
esta parte del film. Son marca “Pairetti”, un diseño de su amigo el piloto, del
que se vendieron, gracias al film y al título en TC de Pairetti, unos 60 mil
pares.
Además de los autos, Pairetti aportó los lentes "de ciego" de Sandro en "Siempre te amaré".
No se
sabe si fue a modo de homenaje, casualidad o liso y llano hurto, pero el
director y guionista Leo Fleider (que dirigió 5 de las 13 películas de Sandro)
bautizó al mayordomo de Fernando Andrade como Bujía, el mismo nombre del
mecánico amigo de Meteoro en la japonesa serie de dibujos animados tuerca,
estrenada en 1967, cuatro años antes que el film.
Standing ovation para la defensa de Marcos Zucker, mecánico y mejor amigo de Andrade, cuando Alfredo Iglesias (Minelli) lo increpa por un despiste.
Todavía lo están aplaudiendo en los cines.
Standing ovation para la defensa de Marcos Zucker, mecánico y mejor amigo de Andrade, cuando Alfredo Iglesias (Minelli) lo increpa por un despiste.
Alfredo Iglesias: Lo que
hizo tu protegido es una porquería.
Marcos Zucker: ¿Por qué? Usted jamás tuvo en sus manos una máquina de carrera
para saber lo que se siente al perder cuando se es un ganador de raza.
Todavía lo están aplaudiendo en los cines.
EL
DESEO DE VIVIR: UN SPORTSMAN SIN DEPORTE
El
deseo de vivir podría considerarse la segunda película deportiva de Sandro,
porque aquí personifica a Rolo Medina, para variar, un playboy canchero y
arrogante, que además practica muchos deportes, y en todos, si no está en la
selección, debería estarlo.
Uno se
entusiasma con semejante anuncio. Y encima, el film arranca con tres notas que
aparecen en los diarios y que destacan la febril actividad del personaje del
Gitano. “Rolo Medina ganó el campeonato abierto de polo. Realizó gran performance”.
Perfecto. Luego: “Rolo Medina, el mejor jugador de rugby de la selección. Destacada
actuación del gran valor”. Bien, aunque pareciera que tituló Minguito. Última:
“Rolo Medina se accidentó durante la final de polo. Pudo tener consecuencias”. Promete.
Pero no. En este primer minuto del film, casi que se acaba el deporte. Incluso
estos artículos de la sección deportes se ilustran con fotos de Rolo Medina
siempre de civil. No aparece una pelota, un taco, una gota de sudor… ni un vaso
de Gatorade.
Inicio de "El deseo de vivir", donde se ve a un verdadero sporstsman como Rolo Medina (Sandro) pero solo en diarios.
Después,
la película va por otro lado. Nos cuenta cómo Sandro y Elena Sedova se
enamoran, aunque ella es casada, y se aprovecha al deporte para justificar la
visita de Rolo Medina al médico, justamente el esposo de Elena Sedova. Cuando
le preguntan a Medina porqué se toma el costado, responde: “Un maldito golpe
que me di jugando al polo”.
Después,
Elena Sedova, en una sugestiva bikini naranja y gorro de baño amarillo, lo
salva a Rolo luego de que este perdiera el control haciendo esquí acuático
(raro accidente para un crack de todos los deportes cómo él) y entrada la
película, aparecen escenas clipeadas en la que se lo ve al playboy jugando al
bowling, con una pelota más parecida a una Pulpo que a una bola de boliche como
la de El gran
Lebowski. Y se acabó el deporte en una película sobre un deportista. Es más, es
tan pobre el sostén deportivo del film, que el protagonista, al que le
diagnostican 6 meses de vida, se cura (en realidad, no tenía nada, pero el malo
de Juan José Miguez lo quiere hacer sufrir por haberle pedaleado la bicicleta;
yo habría hecho lo mismo por la apetecible Elena Sedova )
y no sabemos si vuelve a jugar a golf, al rugby o al polo. Solo sabemos que
será feliz con la adúltera blonda.
¿DE QUÉ
CUADRO SOS, ROBERTO?
No existe
acuerdo posible sobre los colores favoritos de Sandro. Todos coinciden en que el
fútbol le era indiferente, aunque sí veía en algunos partidos a la Selección. A diferencia del
General, que no lo decía pero había hecho una elección, solamente una vez
Roberto Sánchez reveló algún detalle en este aspecto de su vida. En la Telebiografía de la revista Antena del 21 de julio de 1964 para conocer al joven músico de 19 años que había debutado
en Sábados Circulares, se produce el siguiente diálogo entre el periodista y
Sandro:
Periodista:
¿Simpatía por algún club de fútbol?
Sandro: Por
el más “simpático de todos”, Huracán.
Otros dicen
que, por haberse mudado a Banfield, se hizo hincha del Taladro de grande, y
hasta hay quienes están convencidos de que era simpatizante de San Lorenzo,
como le relataron sus custodios a uno de sus fans, Juan Gerardo Talerico,
conductor del programa de radio “El mundo de Sandro”. La amistad con un cuervo
de ley como Cacho Castaña pudo llevar a confusión, pero el periodista del chal
blanco Cacho Rubio, lo desmiente: “pasé muchas noches con ambos, Cacho venía
entusiasmado con San Lorenzo, contaba cosas, algún partido, y Sandro no le daba
ni bola”.
A las
referencias futboleras del cantante nacido en Valentín Alsina hay que buscarlas
con lupa. Además de aquella nota, en la que también asegura que sus deportes
son “el fútbol y el boxeo”, existe un reportaje con Pipo Mancera en el que el
Elvis argentino empieza a renegar un poco del deporte rey: “Yo juego al metegol
y a las bolitas, el que jugaba al fútbol era mi viejo”, quien sí era futbolero,
y terminaba muchas de sus jornadas laborales con un picado a la salida de su
trabajo en el frigorífico Wilson.
No hay mucho más deporte en la filmografía. Salvo que incluyamos a la película Tú me enloqueces, la única que escribió y dirigió Sandro, en 1976, y en la que coprotagoniza con Susana Giménez, una reina de los deportes, si tenemos en cuenta que en esa época estaba de novia con el entonces campeón mundial de los medianos Carlos Monzón, y luego tuvo un romance con el flaco Norberto Draghi, primer basquetbolista en ser tapa de la revista Gente.
Ver todas las fuentes
El Flaco Draghi con Susana. En la misma tapa con Reutemann, Picasso y Maradona. También con otros impresentables, pero bue...
Ver todas las fuentes
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www.cosasdeautos.com.ar
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www.youtube.com
Entrevistas con Nora Lafón, Cacho Rubio, Carlos Pairetti, Pablo Ferraudi, Roberto Defazio, Ernesto Rodríguez III y Graciela Guiñazú.
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Entrevistas con Nora Lafón, Cacho Rubio, Carlos Pairetti, Pablo Ferraudi, Roberto Defazio, Ernesto Rodríguez III y Graciela Guiñazú.
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