Afiche del documental When we were kings.
POR LA HISTORIA
El
promotor de los pelos parados Don King (en el film, el escritor Norman Mailer explica su extraño pelambre: “dicen que quedó así porque cayó en el hueco de un ascensor”), no muy conocido
por entonces, intenta meterse en el gran negocio del boxeo. Habla con el
entonces campeón del mundo de los pesados, George Foreman (sí, el de las
parrillas que te venden a las 3 de la mañana en los programas informerciales),
25 años, que viene de destrozar a otros monstruos de la categoría como Ken
Norton y Joe Frazier, y lo compromete a pelear con Ali si le consigue 5 millones
de dólares de bolsa. Foreman acepta. Don King repite el argumento con Ali, 32
años, que había pasado tres años sin pelear y había perdido su título mundial y
su licencia para boxear por haberse negado a enrolarse en el ejército para la
guerra de Vietnam, como objetor de consciencia. Ali también acepta. King tenía a los dos boxeadores, pero le
faltaban los 10 millones. Quien se interesa el proyecto y pone la plata para
lavar un poco la imagen de su sangriento régimen es Mobutu Sese Seko, el
dictador de Zaire (antes Congo Belga, ahora República de Congo). La pelea se
hará en Kinshasa, capital zaireña, en el estadio 20 de Mayo, debajo del cual se torturaba y mataba gente, como en el estadio Nacional de Santiago de Chile. La verdad es que este detalle importó poco en general (en el documental se habla del tema pero nadie se escandaliza) y el match es bautizado como "Rumble in the jungle" (Rugido en la jungla).
King organiza un festival artístico, una especie de Woodstock africano, con BB King, James Brown, The Crusaiders, The Spinners,
Celia Cruz y Miriam Makeba (la del Pata Pata), entre otros. La pelea sería el
broche de oro del festival.
Pocos días antes del combate, Foreman sufre una
lesión en un ojo y el enfrentamiento se posterga 5 semanas. Ali realiza durante todo
el mes y medio un trabajo de integración con el pueblo zaireño, se dice uno de
ellos (“soy americano, pero aquí he vuelto a casa a pelear por mis hermanos”) y
se entrena a puertas abiertas. La gente de inmediato se pone de su lado.
Foreman, en cambio, se muestra más serio, se encierra en su bunker y comete el
error de llevar consigo a Zaire a su perro, un ovejero alemán, igual a los que
utiliza para la represión la policía zaireña. Fue al Once con un brazalete con
la cruz gamada, digamos.
Afiche de promoción de la pelea Ali-Foreman, en Zaire.
De todos modos, el día de la pelea, la gran mayoría cree que
Ali será destrozado arriba del ring. El mismo Mailer reconoce que vio el miedo
del púgil de Louisville, “como el de un hombre que va a la horca”. Foreman, que
llegaba con un invicto de 40 peleas como profesional y 37 nocauts, sale a
terminar el pleito rápidamente, pero se encuentra con un Ali que no “baila” en
el ring sino que se recuesta sobre las cuerdas y recibe todo lo que Foreman le
tira. Bomba tras bomba. En el sexto round, el campeón empieza a denotar
cansancio. Ali se suelta y comienza a bailar y a picar (“se mueve como una
mariposa, pica como una abeja”, decía su segundo Bundini Brown). Para sorpresa
y beneplácito general, Ali gana por nocaut en el octavo asalto. Su táctica
sería bautizada como “rope a dope”, algo así como “hacerse el tonto sobre las
cuerdas”.
POR LA FORMA
La fortuna jugó dos veces en favor de When
we were kings. Leon Gast fue contratado para grabar el festival artístico.
De hecho, Gast se había encargado de filmar de otros shows musicales de BB King
y de Greatfull Dead, por ejemplo. Pero, dada la postergación de la pelea y para
matar el tiempo muerto, Gast comienza a seguir a Ali. Y Ali siempre da frutos.
El otro punto que potenció a este documental fue el
paso del tiempo. Casi todo el material se obtuvo en 1974, pero recién vio la
luz 22 años después, por problemas de derechos. Habría sido un gran film en
1975, seguramente. Pero se habría perdido en la ebullición de momento de Ali:
otras peleas, sus constantes apariciones mediáticas, sus polémicas… When we were kings se estrenó en un
momento de casi nula exposición del más grande pesado de la historia y esas
imágenes inéditas de 1974 cobraron una importancia y una belleza que no habrían tenido antes. Además, en 1996, Ali ya padecía los efectos muy marcados del mal
de Parkinson y, lamentablemente, el contraste entre esas imágenes de un Ali en
la cúspide y las del momento del estreno son de knock out.
George Foreman y Mohammed Ali acompañaron a Gast
cuando recibió el Oscar al mejor documental, y fue Foreman quien tuvo que
ayudar a Ali a subir al escenario. Cuando le preguntaron a Foreman si le había
gustado el documental, el hombre de las parrillas dijo: “lo vi varias veces y
sigo pensando que el final va a cambiar”. Foreman aún no puede creer el
desenlace de aquella pelea. Pero el “sigo pensando que el final va a cambiar”
seguramente también refiere al final de sus vidas. Foreman se convirtió en una
persona respetadísima, un tipo alegre, uno de los deportistas más admirados
de los Estados Unidos. Aun se lo ve jovial y activo. Y Ali solo conserva su
fabulosa historia.
Segmento de When we were kings, en el que se cuenta la pelea Ali-Foreman. El "rope a dope" a pleno.
POR EL RELATO
When
we were kings no tiene relato en off. Simplemente se apoya en imágenes y
testimonios para contar una historia fascinante. Y este detalle realza aún más
el excelente trabajo de Gast.
Quedan muchas frases para la historia en el docu, pero
la que se convirtió en marca registrada fue sin duda la que el pueblo zaireño
acuñó para motivar a su campeón: “Ali boma ye”, que significa, simplemente,
“Ali, matalo”. Toda una declaración de amor.
EL DATO ARGENTO
En el final del documental, Gast muestra varios de los knock outs más importantes de Ali en su carrera, entre los que se puede ver el que le propinó a Ringo Bonavena el 7 de diciembre de 1970. Pasa rápido. Tómenlo como un juego: descubra al hincha de Huracán en When we were kings.
Trailer de When we were kings, ganadora del Oscar al mejor documental en 1997.
Qué buena historia! Gracias por contarla!
ResponderEliminarGracias, Anónimo. Ahora, mirá el docu que vale la pena.
ResponderEliminarMuy bueno el documental. Ali un distinto..para mi en el top 3 de deportistas mas importantes del siglo XX. Eso si, cuando peleo con Ringo gano con polemica. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Matías por tu comentario. Coincido con vos sobre Ali. Era (es) un placer verlo boxear, su elegancia, su pegada... todo. Pero es cierto, tuvo algunos que le hicieron frente y le aguantaron, y uno fue Ringo. De todos modos, todos, incluso Ringo, sabían que no podia con Ali. Hay una peli, Love Ranch, si te gusta Ringo. Se supone que está basada en el asesinato de Bonavena en Reno, a manos de sicrios de Joe Conforte. Ringo metió las manos (y otras cosas) donde no debía.
ResponderEliminarMe dieron ganas de verlo. Vi partes sueltas, y leí algunas cosas sobre este documental, pero nunca lo vi completo. Estas historias ya legendarias del deporte, bien contadas, siempre terminan siendo MUY interesantes....o puede ser que a mí en particular me atraen especialmente. Grande Carucha!
ResponderEliminarDiego, es apasionante de verdad. La historia es increíble y el protagonista, ni hablar. Pensar en un documental y tenerlo a Alí, así, abierto y con ganas de mostrar, y encima que haga lo que hizo... el director se sacó el Quini y el Telequino, juntos.
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