Primera
encuesta de La claqueta no se mancha. ¿Cuáles son tus 5 películas deportivas
favoritas? Sin restricciones, sin compromisos… sin premios. Por el placer de
participar, comparar e ir viendo qué es lo que más nos gusta.
Pueden
votar en el blog, en twitter y Facebook indistintamente.
Si quieren
argumentar los por qué, tienen abiertas las puertas. Les dejo algunas
votaciones de algunos que ya han contestado esta misma pregunta y que puede
servir como referencia, guía o simplemente para decir: “mirá el salame éste lo
que votó, ¡qué hambre!”.
Se
asignarán 5 puntos a la película que pongan en primer lugar, 4 a la segunda y 3 a la tercera, 2 a la cuarta y 1 ala quinta. La democracia
es imperfecta. Hacemos lo que podemos.
Iremos
dando resultados parciales, por suma de puntos.
Comenzandooooooooooo,
ya.
TRES PREFERENCIAS
TRES PARA ARRANCAR
Como
buen hombre de básquet, Luis Scola votó por White man can’t jump (la mejor de básquet para Luifa) y todas las de Rocky, por su motivación.
Patricio Vega (guionista de Los simuladores, Llamado en
espera, entre otros), por motivos afectivos y de juventud, se inclinó por Toro
Salvaje, Blue Chips, Rocky III y Escape a la victoria, entre otras.
Carlos Marañón, director de la revista Cinemanía,
ex jugador del Espanyol de Barcelona y autor de los libros Fútbol y cine y Un
partido de leyenda, dio cinco solo de fútbol y cinco del resto de los
deportes.
FÚTBOL:Escape a la victoria, The Damned United, Fuera de juego (Irán),
Garrincha, alegria do povo (documental) y Campeones (un corto de Antonio Conesa
maravilloso)
RESTO: Somebody up ther likes me (la vida de Rocky Graziano), Toro
salvaje, Senna, Carrozas de fuego, Un domingo cualquiera.
Después de haber visto el segundo post sobre Space Jam, en el que se descubre que Lola Bunny debutó cinematográficamente para jugar con Michael Jordan en el film, Oliver Galak (@OliverGalak) realizó otro gran aporte a La claqueta no se mancha. Nos pasó este video en el que se ve Lola podrá haber debutado con Air Jordan, pero a quien verdaderamente ama es a Manu Ginóbili.
Gracias, Oliver. Serás recordado en nuestras oraciones matinales.
La idea
de hacer una película con Michael Jordan y los Looney Tunes surgió luego de una
publicidad de Nike, de 1993, en la
que MJ y Buggs Bunny se enfrentaban en un partido de básquet
a Marvin el marciano (que en el film es el árbitro) y un grupo de alienígenas. En
el comercial, obviamente, juegan por las zapatillas.
La publicidad de Nike que inspiró a Space Jam.
Pero
esta no es la única conexión de un aviso publicitario con Space Jam. En un momento, luego de haber sufrido el robo de su
habilidad por parte de los Monstars, los cinco jugadores que la están pateando en la NBA, se quejan
de algún modo, y Larry Johnson dice: “Mi abuela juega mejor que yo”. Quizás no
se haya entendido por estas latitudes, pero sí se entendió en el gran país del norte, donde el ex
Hornets y New York Knicks hizo una publicidad en la que interpreta a una
abuelita que juega al básquet como los dioses, solo porque tiene zapatillas…
Converse. Después de este aviso, a Larry le quedó el apodo: Grandma-ma.
La abuelita de Larry Johnson: in your face.
Space Jam está lleno de guiños ocultos y otros no
tanto. Por ejemplo, cuando los Looney Tunes viajan a Montaña Tontolandia, se
puede ver el monolito de 2001: Odisea del Espacio flotando en un costado. O el
gimnasio de prácticas del Tune Squad, que se llama 'Leon Schlesinger', en
homenaje al primer productor de los Looney Tunes. También tenemos a Charles
Barkley pidiendo perdón para recuperar su habilidad con la naranja, y
entre todas las cosas que dice que no va a volver a hacer, agrega: “Y nunca
volveré a salir con Madonna otra vez”. Pillín.
NO SE
SALVA NI EL RATÓN MICKEY
El Pato
Lucas propone como nombre del equipo de los Looney Tunes “The Ducks (Los Patos;
hay una calle con ese nombre en Parque Patricios)”, pero sus compañeros lo
desestiman. Y Buggs Bunny, conejo cínico si los hay, lanza un tiro por
elevación hacia el congelado trasero de Walt Disney: “Qué clase de organización
tipo Mickey Mouse podría ponerle de nombre The Ducks a su equipo?”.
Precisamente The Walt Disney Company, que en 1993 había fundado una franquicia
para la NHL (la liga profesional yanqui de hockey sobre hielo) llamada The
Mighty Ducks, en honor a una película del mismo nombre, pero con chicos,
protagonizada por Emilio Estevez (acá se la conoce como Los campeones).
EL DIOS
FACTURA, A PLENO
MJ no
perdió oportunidad de facturar un extra con Space
Jam. Al mejor estilo Adrián Suar en El sodero de mi vida, el astro
aprovecha para meter sus marcas, de la manera más descarada y original. Es
cuando su representante, Stanley (Wayne Knight) lo va a buscar al mundo de los
dibujitos y se lo quiere llevar de nuevo al real: “Vamos, Michael. Tenés que
jugar (al béisbol en ese momento). Ponete tus Hanes (calzoncillos), atáte las
Nikes, tomáte tus Wheaties (cereales) y tu Gatorade y vamos a clavarnos un Big
Mac camino al estadio”. Clink, caja.
INOLVIDABLE
SOUND TRACK
No se
puede abordar un recordatorio de la película Space Jam sin hablar de su música. Es curioso que los temas más
identificables y basquetboleros de la película, como Get ready for this, de 2
Unlimited, y Pump up the jam, de Technotronic, no están incluidos en el album
del film. Pero si lo están Space Jam
o la muy jordanesca e inspiradora I belive I can fly.
La
perlita del soundtrack de Space Jam
es Basketball Jones, interpretada por Barry White y el comediante Chris Rock,
cuya versión original del año 1973 es a su vez una parodia del dúo humorístico
Cheech and Chong a una canción del momento, Love Jones, de la one hit band Brighter Side of Darkness
(un grupo soul de tres negros adultos, liderados por un chico de 12 años).
Basketball Jones es una parodia del tema Love Jones. En la película la cantan Barry Withe y Chris Rock.
CURIOSIDADES
Y DETALLES DE UN ÉXITO
Los
efectos especiales están a cargo de un prócer como Ed Jones, que había ganado
un Oscar 1989 por Quién engañó a Rogger
Rabbit, además de haber participado en Volver
al futuro, Star Wars, Los Cazafantasamas, Indiana Jones, Cocoon, Poltergeist
II, Terminator 2 y Ghost, entre
otras.
En Space Jam se produjeron dos debuts de
dos carreras que no brillaron demasiado. Se trata de la primera aparición
absoluta de Lola Bunny (la
Buggs Bunny femenina), quien volverá a aparecer poco y nada
con los Looney Tunes en el futuro. Y también es el primer y ante último film de
Manner Washington, el chico que hace de Jeffery Jordan (el hijo mayor de
Michael) y que luego tendría una corta participación en otra peli con
reminiscencia basquetbolística, un bodriazo protagonizado por Shaquille O’Neal
llamado Steel, un hombre de acero.
Bien por el pibe que se dio el gusto de trabajar con Air Jordan y Shaq.
Joe
Pitka es considerado uno de los mejores directores de comerciales del mundo aunque
solo dirigió dos largometrajes en su vida, ambas deportivas: Space Jam (se quedó con la pelota rayada
de la película, ni que hubiera hecho un hattrick) y la de su debut, Let it ride, una de caballos de carrera,
con Richard Dreyfuss, que hace de un taxista que no puede dejar de apostar (no
dejó un gran recuerdo esta peli). Let it
ride está basada en una novela de Jay Cronley, un periodista de turf de la cadena ESPN, y tiene guión
de Nancy Dowd, la misma de la delirante y violenta Slap Shot (El Castañazo
en español), de hockey sobre hielo y con Paul Newman.
Ray
Didinger y Glen Macnow no incluyeron a Space
Jam entre las 100 mejores films de deportes en su libro “The ultimate book
of sports movies”, pero sí aparece en un apartado especial de películas para
ver con chicos. Y allí ofrecen un buen resumen: “Pongamos a Roger Rabbit en zapatillas de
básquet, sumémosle a su majestad Michael Jordan y tenemos esta película, una
buena combinación de animación y actores. Spaces Jam toma a los personajes de
Looney Tunes y los convierte en compañeros de equipo de Jordan en un partido
contra aliens que quieren esclavizarlos. Así que, Buggs Bunny reemplaza a Tony
Kukoc, lo que es bueno para nosotros. Las escenas de básquetbol son muy buenas,
con la ventaja y la libertad que le da la animación a todo. Mucho humor de
slapstick, que es lo que se espera de la barra de Looney Tunes. Y, otra vez, grandes
cameos de tipos como Charles Barkley, Larry Bird, Pat Ewing y Shawn Bradley.
¿Shawn Bradley? ¿Quién lo invitó?”.
Y LO ÚLTIMO: LOS NÚMEROS DE CAMISETA DEL TUNE SQUAD
1- Bugs
Bunny
2- Pato
Lucas
3-
Sniffles
6- Sam
Bigotes
8-
Porky
9-
Silvestre
10-
Lola Bunny
13-
Coyote
23-Michael Jordan
25- Sabueso
del corral
33-
Gallo Claudio
53-
Elmer Gruñón
Corazón
- Pepe Le Pew
? -
Beaky Buzzard (cuevo bebé)
Como
rompe su camiseta al ponérsela antes del partido, no se sabe qué número usa el
Demonio de Tasmania, aunque algunas fuentes aseguran que no lucía un número
sino un signo de admiración (!).
Fuentes:
“The
ultimate book of sports movies”, de Ray Didinger y Glenn Mcnow. Ed: Running
Press (Philadelphya, USA - 2009)
Algunos creen que Darth Vader no murió y está bien informado en algún rincón de la Argentina. Como los nazis. (foto de www.oky.com.ar)
Es que
el personaje de Darth Vader es complejo. Un actor habla por él, James Earl
Jones (el mismo que le puso la voz a Mufasa, el papá de Simba, en El rey león) y dos ex deportistas
pusieron su cuerpo debajo del traje negro y la inconfundible máscara. Uno no
está en condiciones de bancarse horas en un set y el otro no está… más.
DARTH
VADER, EL LEVANTADOR DE PESAS
No
había mucha expectativa con Star Wars
en 1977, por lo que George Lucas en persona se encargó del casting para algunos
papeles del film. A una de las convocatorias se presentó David Prowse, un ex
campeón británico de levantamiento de pesas y actor. Lucas necesita a un hombre
alto y fornido, por lo que Prowse se ganó un lugar: 2 metros y asiduo
participante en el certamen de Mister Universo. Adentro.
El
físico condicionó bastante la carrera actoral de Prowse. Hizo de Frankenstein
en tres películas distintas, una de ellas la parodia de James Bond Casino Royale (1967, con David Niven,
Woody Allen, Peter Sellers, Orson Wells, Ursula Andress, John Huston –también
dirige-, Debora Kerr, William Holden, Jacqueline Bisset, Jean-Paul Belmondo, el
campeón de Fórmula Uno Stirling Moss, música de Burt Bacharach y vestuario de
Guy Laroche y Paco Rabanne… un verdadero Dream Team para una película que hizo
agua) y de guardaespaldas en La naranja
mecánica (1971), entre otras varias apariciones en la pantalla grande. Pero
el personaje que lo popularizó en Gran Bretaña fue el de El hombre verde, un superhéroe que enseñaba a cruzar las calles a
los chicos, y que le valió, además de 19 años de jornal (1971 a 1990), la Orden del
Imperio Británico.
Prowse fue levantador de pesas y fisicoculturista, como se puede apreciar en la foto.
Prowse
había sido varias veces campeón de halterofilia en Inglaterra y representó en 1962 a su país en los Juegos
de la Commonwelth. En
su rotation de exhibición física se hizo amigo de otros dos fisicoculturistas
que también terminarían siendo actores: Arnold Schwartzenegger y Lou Ferrigno,
el verdoso Hulk de la serie de TV.
Luego
del casting, Lucas le dio a elegir a Prowse entre el papel de Darth Vader y el
de Chewbacca. David se decidió por el primero: “Todos recuerdan al villano,
George”, dijo el gigantón. Un acierto.
Para el
actor y deportista fue una decepción enterarse que no sería su voz la que se
escucharía en el film, ya que George Lucas quería una un poco más profunda y no
tan “british”. Ahí aparece James Earl Jones en escena. O mejor dicho, detrás de
escena.
Luego
de su paso por Star Wars, Prowse
también incursionó en varios capítulos de El
Show de Benny Hill, a menudo a cuesta de su porte. Siempre con papeles
cortos, pero le alcanzó para dejar huella en uno de los mejores sketches de la
historia del programa, el de la fuente de los deseos (está acá, se los recomiendo, más allá de la presencia de Prowse http://www.dailymotion.com/video/x4bg4m_benny-hill-wishing-well_fun#.UKpUhuT8KSp).
La
artritis persiguió a Prowse desde los 13 años. Se creyó curado cuando empezó a
practicar el deporte que lo lanzó a la fama, pero los dolores volvieron con
fuerza cuando llegó a la tercera juventud. En 2009, a los 74 años, al
sufrimiento articular se le sumó un cáncer de próstata, del que se recuperó
totalmente luego de un tratamiento de rayos y quimioterapia. Curado, pero algo machucado
y añejo como para ponerle el cuerpo otra vez a Darth Vader.
Prowse, orgulloso Darth Vader.
Prowse
trabajó en las primeras tres películas de la trilogía Star Wars y, como todos saben, su personaje murió.
Pero no fue el único escondido detrás del traje de Darth Vader.
DARTH
VADER, EL ESGRIMISTA
En
1983, Mark Hamill (Luke Skywalker) no pudo aguantar más y deschavó a Darth
Vader en una entrevista para la revista Starlog. "Bob Anderson fue quien
realmente hizo las peleas de Vader, no David Prowse. Se supone que sería un
secreto para siempre, pero al final le dije a George (Lucas) que no me parecía
justo. Bob trabajó tan duro que se merece el reconocimiento. Es ridículo tratar
de mantener el mito de que fue hecho sólo por un hombre".
Bob
Anderson (1922, en Hampshire, Inglaterra) comenzó a practicar esgrima desde muy
chico. Su buen manejo de la espada lo convirtió en un gran prospecto nacional,
pero su carrera deportiva se vio interrumpida con su ingreso a la Armada
británica antes de la Segunda
Guerra Mundial.Durante el conflicto se
salvó de milagro ya que el barco en el que viajaba, el HMS Coventry (no
confundir con uno del mismo nombre que fue dejado fuera de acción por pilotos
argentinos en 1982, en Malvinas) fue hundido por torpedos alemanes en el
Mediterráneo en septiembre de 1942.
Bob Anderson representó a Inglaterra, en esgrima, en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952.
Su buen
manejo de las cuatro armas de la esgrima (florete, sable, espada y, en ese
entonces, también la bayoneta) le valieron un lugar en el equipo británico que
fue a los mundiales de 1950 y 1953, y a los Juegos Olímpicos de Helsinki, en
1952. Y fue mientras estaba en Finlandia que recibió el llamado de Pinewood
Studios para invitarlo a trabajar las escenas de esgrima nada menos que con
Errol Flynn en El señor de Balantry. Anderson
fue tan meticuloso y profesional, que no solo fue coach de Flynn sino que
terminó actuando como su doble en varias escenas, e incluso fue el doble de su
rival, por lo que terminó “matándose a si mismo”. También cuentan que durante
el rodaje del film, en Sicilia, Italia, Anderson le produjo un corte en el
muslo a Flynn con la espada, pero inmediatamente el actor, un caballero,
reconoció que había sido por un error suyo. A partir de entonces quedó en la
historia como “el hombre que apuñaló a Errol Flynn” y entró en el show business como coreógrafo y doble de
peleas de espadas.
Su
papel más famoso (aunque haya habido que esperar para saber que se trataba de
él) fue el de doble de David Prowse como Darth Vader, ya que al forzudo le
costaban las escenas de pelea con los sables láser. Lucas se decidió por
Anderson para esas acciones, incluso con la dificultad para filmar que
significaba la diferencia de estatura entre los dos metros de Prowse y el 1.85
del exesgrimista olímpico.
Anderson
se convirtió en el maestro de la espada más solicitado de Hollywood. Como
coreógrafo, coach y/o doble de peleas, pasó por más de 30 películas, entre las
que se destacan Los cañones de Navarone,
las bondescas De rusia con amor y Otro día para morir, Superman 2, Highlander, Barry Lyndon,
La princesa prometida, Los tres mosqueteros, La máscara del zorro, La leyenda del Zorro, Piratas del Caribe: la leyenda del Perla
Negra, Alatriste y todas las de El señor de los anillos.
En
2009, su compañero en la saga de Frodo y sus amigotes, el actor John
Rhys-Davies (era Gimli, culo y calzón con Legolás) hace la narración en off del
documental Reclaiming the blade, un
film sobre las espadas en el cine, que cuenta bastante sobre la vida en la
pantalla grande de Anderson, con testimonios más que elogiosos, entre otros,
del fervoroso cuervo Viggo Mortensen.
Trailer del docu "Reclaiming the blade", donde se destaca a Bob Anderson.
MALA
MANERA DE EMPEZAR EL AÑO
Bob
Anderson murió el 1º de enero de 2012, mientras trabajaba como asesor de The Hobbit, con fecha de estreno para
Argentina el 13 de diciembre próximo. Uno menos en la lista de actores que
necesitaría Lucasfilms para devolver a la vida a Darth Vader.
Antes
de conocerse en Star Wars, Anderson y
Prowse compartieron set en Casino Royale.
Pero ya ni la magia de Disney ni su mundo de fantasía podrán juntarlos
nuevamente.
El
secreto del éxito de Space Jam (1996) es deportivo. Se encuentra en su quinteto
inicial: el Demonio de Tazmania, Lola Bunny, el Pato Lucas, Buggs Bunny y
Michael Jordan. Con este equipo, no se puede perder. Es como tener en una
película a Isidoro Cañones, Patoruzú, Hijitus, Larguirucho, el Profesor Neurus y
a Maradona jugando al fútbol.
Un vestuario que necesita motivación. Jordan y Buggs Bunny tienen la clave.
Y de
hecho, Space Jam no perdió. La película de la Warner, que casi podrá votar en las
próximas elecciones en Argentina ya que hoy cumple 16 años de estrenada, se
convirtió en el film de básquet más taquillero de la historia: 90 millones de
dólares solo en Estados Unidos y 230 en total, en el mundo. Bastante más que su
antecesora en la cima, White men can’t jump (con Wesley Snipes y Woody
Harrelson), que en 1992 había llegado a los 76 millones.
¿GUILTY PLEASURE?
Space
Jam no es solo una película para chicos. Para muchos en Estados Unidos se trata
de un guilty pleasure, como lo podría ser para nosotros ver las películas de la Coca Sarli o escuchar a
Alcides en el MP4. Pero Space Jam es más que un placer culpable. En parte, esta
cinta es al básquet lo que al fútbol significó Escape a la victoria, por la
cantidad de estrellas deportivas que incluye. Porque no solo se luce Michael
Jordan, sino que actúan (y no es solo una manera de definir lo que hacen, a
pesar de tratarse de cameos, actúan de verdad) Muggsy Bogues, Larry Johnson,
Charles Barkley, Pat Ewing, Shawn Bradley y Larry Bid, figuras de la NBA en serio. De hecho Jordan, Bird, Ewing y Barkley fueron incluidos en la lista de
los 50 mejores jugadores de la historia de la liga profesional más importante
del mundo.También hay que sumarles, en papeles menores, a los entonces Lakers Del Harris, Vlade Divac, Cedric Ceballos, a Paul Westphal, Danny
Ainge, Alonzo Mourning, A.C. Green, Charles Oakley, Derek Harper y Jeff Malone,
entre otros.
Bradley, Barkley, Ewing, Larry Johnson y Tyron Boggues. Buen quinteto incial, ¿no?
La combinación NBA-Looney Tunes es explosiva. Son los mejores
en lo suyo, ambos. La película no pierde jamás el ritmo de gags y las
referencias a otros filmes y al submundo del baloncesto la elevan hasta el
nivel de imperdible.
MÁS
FIGURAS
La
historia es la típica de las películas deportivas: hay un reto, el equipo de los
Looney Tunes es una pléyade de burros, pero se incorporan uno o varios que los
potencian: en este caso Michael Jordan, Lola Bunny y, al final, Bill Murray,
que hace un par de firuletes al estilo Magic Johnson que lo dejan muy bien
parado en lo basquetbolístico.
Danny
DeVito es quien le pone la voz a Mr. Swackhammer, el malísimo dueño de los
Monstars (excelente elección del nombre del equipo), los rivales del Tune Squad
de Jordan, Bunny y sus secuaces. Y la lista de famosos se completa con Dan Castellaneta
en la platea del partido en el que los Nerdlucks (pequeños monstruitos) van al
mundo real a robarse el talento de los jugadores de la NBA. Sí amigos, hay que
sumarle al reparto estelar a quien le pone la voz de Homero Simpson. Cartón
lleno.
EL
PARTIDO
Los
Looney Tunes van a ser esclavizados en Montaña Tontolandia. Para zafar,
arreglan jugar un partido de básquet contra los Nerdlucks, que son más chiquitos
que Nelson, el hombre rata, pero que luego, con el espíritu robado a los NBA, se hacen enormes y atléticos. Para
emparejar, los Looney Tunes van al mundo real y secuestran a Jordan, que en esa época
está dedicado al béisbol, luego de su primer retiro del deporte en el que reinó.
Al
igual que en Escape a la victoria, donde el partido de fútbol se lleva más de
media hora de los 110 minutos del film, en Space Jam hay 20 minutos de los 88
de duración dedicados a “The ultimate game”, con presentación olímpica de los
ratones Hubie y Bertie incluida.
Presentación olímpica del Tune Squad. Standing ovation para el gag del Pato Lucas.
Con un
estilo muy Michael Buffer (“Let’s get ready to the rumble”), los roedores no
nos saben decir en qué posición juega el Demonio de Tasmania, pero gracias a Hubie
y Bertie sí nos enteramos que Lola Bunny es un ala, Buggs Bunny es el base y
que el Pato Lucas es un ala pivote. Completan el equipo en el banco Porky, Silvestre,
Tweety, Elmer, Sam, Sniffles, Speedy González, el Gallo Claudio, el sabueso del
corral (némesis del Gallo Claudio, hoy en el mismo equipo) el Coyote y el
Correcaminos (idem anterior) y el agente de Jordan Stan Podolack. Muchos más
que los 12 permitidos por reglamento. La abuelita dueña de Tweety y la bruja Hazel no cuentan
porque son las porristas.
SALTO
INICIAL
A pesar
de ser mucho más pequeño, Jordan le gana el salto al alien que tomó el cuerpo
del 2,29 metros
Shawn Bradley, luego de lo cual captura el balón Buggs Bunny, quien recibe un
cachetazo que marca lo que será la rudeza del partido.
El Tune
Squad aranca 0-6, superado en la pintura por presencia física hasta que MJ hace
una personal, la vuelca y salen de zapateros. Con el partido 2-10, el ex North
Carolina, astuto, pide minuto. Primer cambio: entra Sniffles y antes de los
tres segundos ya está aplastado por una pelota. No vuelve a ingresar.
Lola
Bunny, con un jugadón personal, pone el 4-10. Pero la levantada dura poco.
Llegan al descanso largo tras de una exhibición de los Monstars, que se alejan
a un aparentemente irremontable 18-66, con los Tune Squad golpeados y con el ánimo
por el suelo. MJ igual se tiene fe: “falta un tiempo todavía”, asegura. En el
vestuario hace una arenga que lejos está de la de Al Pacino en Un domingo
cualquiera.Pero Buggs Bunny encuentra la solución: una supuesta pócima de
Michael Jordan, que hace mejores a los que la beben, pero que en realidad solo
es agua.
Y en
este punto llega una escena de bilardismo a ultranza: Todos beben del supuesto
elixir, menos el Pato Lucas, que se resiste a la trampa:
-Esto
va en contra de todos lo que me enseñaron en la clase de higiene – dice el
seseoso Lucas.
-¿Vos
querés ganar o no? – responde Jordan, y Lucas se olvida de sus principios, ya
que si no gustan, tiene otros como Groucho Marx, y se manda un trago. Algo así
como el bidón de Branco del 90, pero invertido.
Los
Tune Squad salen renovados y comienzan a utilizar todos los trucos que se
permiten en los dibujos animados: motos, dinamita en los tableros y armas (con
Elmer Gruñón y Sam Bigotes de traje y lentes negros, como John Travolta y
Samuel L. Jackson en Pulp Fiction, con
la guitarra de Dick Dale en Misirlou de fondo y todo), mientras MJ hace lo
suyo.
El
equipo de la Warner cree que puede. Se entusiasma. Ahora la vuelcan el Deominio
de Tazmania y Porky, y hasta convierte el apestoso zorrino Pepe Le Peu. A 5
minutos del final, se ponen 62-68 (nótese el parcial de 50 a 2 en 15 minutos).
Con
4:32 por jugarse, Elmer pone al Tune Squad a solo dos puntos (66-68) con una
volcada tras picar en la línea de tiro libre, el brazo extendido y las piernas
abiertas, como la que patentó Air Jordan en el concurso de volcadas de la NBA
en 1987. Mr. Swackhammer pide tiempo muerto y pregunta por qué no le sacaron el
talento a Michael Jordan. “Es un jugador de béisbol”, le contestan. Tienen
razón.
En la
reanudación, el juego vuelve a ponerse violento, sin que el árbitro, Marvin el
marciano, pite una sola falta. No se modifica el marcador en 4 minutos y
monedas, pero el Tune Squad paga las consecuencias de semejante lucha: solo
queda un suplente en condiciones de entrar. No muy convencido, Jordan hace ingresar
a Stan, su representante (Wayne Knight), que al tocar la primera pelota queda
hecho una lámina debajo de los cinco Monstars, lo que no impide que, con mucha
fortuna, sume dos puntos más.
LANZA LA BOLA, HIJO
Stan,
que está casi ploteado en el parquet, es inflado con aire por la boca, y cuando
comienza a subir como un globo, oh sorpresa, se ve en el tablero que el juego
está 77-67 para los Monstars. Y empiezan a pasar cosas raras. Jordan se entera
que en la tierra de los Looney Tunes todo eso de inflar humanos y hacer su
cuerpo de goma es posible. Mira el marcador nuevamente y se ha corregido el
resultado, pero no van 68-68 como sería lo normal por la progresión (no parece
haber habido una elipsis en el relato) sino que indica un ilógico 77-76. Si le
pasara al Huevo Sánchez estaría parado zapateando sobre la mesa de control.
Pero Jordan es Jordan y no se hace drama, ya que ha ganado muchos juegos más
chivos que éste.
Con 10
segundos por jugar y uno abajo, sobreviene una mala nueva: hay solo 4 jugadores
en condiciones de salir al rectángulo. Y según las reglas locales (NBA, no FIBA, eso está claro) tienen que ser 5, si no, pierden. En ese momento, aparece
Bill Murray como quinto jugador y MJ hace la de Pelé en Escape a la victoria: “Alguien robe la
pelota, me la dan y yo convierto”.
Bill Murray se suma en el momento justo, gana y anuncia su retiro del básquet. Un crack.
Los
Tune Squad roban el balón gracias a un artilugio rayano con lo antideportivo
del Pato Lucas, Bill Murray muestra sus increíbles dotes de armador, con pases
de faja y otro sin mirar, y gran final con MJ volcándola con una mano y el
brazo estirado como solo se puede hacer en los dibujos animados.
Fin de la historia. Pero no
de lo que hay para decir de Space Jam. Lo que quedó en el tintero (personajes, director, actores, soundtrack, el aviso de Nike que dio pie a la película, uff...) amerita una
segunda nota, muy pronto. "Eso no es todo, amigos..."
Ninguna
de las 23 películas de la saga del agente secreto más famoso de la historia se
detiene demasiado en los deportes. No se dejen engañar por los que dicen que El satánico Dr. No es la historia de un malvado juez de línea de tenis. No es
así. Sin embargo, hay mucho deporte alrededor de Skyfall, la última de James
Bond. Y también en la biografía del muchacho con licencia para matar.
Javier Bardem, internacional con España hasta juveniles. Pilar, para más datos.
PASIÓN
POR EL RUGBY
Aunque
no parecía que tuvieran mucho en común antes de filmar juntos como Bond y el
malvado Raoul Silva, hay una pasión que une fuertemente a Craig y Bardem: el
rugby. Uno despuntó el vicio en un club chiquito de Inglaterra. El otro, en la
selección española.
El
británico de 44 años fue jugador del Hoylake RFC, un club con rugby, pero de
más tradición golfística: tiene la segunda cancha más antigua de Inglaterra y
en sus links se disputó 10 veces el Abierto Británico (el tercer major del
calendario), un torneo con sede rotativa desde 1870. En las canchas de Hoylake
(Royal Liverpool Golf Club) en 1967, Roberto de Vicenzo obtuvo su máximo logro
como golfista profesional: el British Open, en el que aventajó por dos golpes
nada menos que a Jack Nicklaus.
En el
número de noviembre de la revista española Cinemanía, Craig confiesa que si
bien tuvo un pasado deportivo, su físico ya no depende de la ovalada: “Hago
algo de ejercicio pero no practico deportes (...) soy una persona muy tranquila
y lo que me gusta es estar en casa, leer libros, escuchar música, ponerme al
día con los estrenos, ver partidos de rugby y fútbol en la tele…”. El tipo es
un verdadero fenómeno: se queda en casa, lee, escucha música, ve fútbol en la
tele… Somos muchos los que repetimos la fórmula sin los resultados en el físico
que obtiene Danielto.
LOS
UNIRÁ EL SEIS NACIONES
Sin
embargo, el último James Bond no se queda solo con ver rugby en la caja boba.
También le gusta ir a la
cancha. Y es aquí donde aparece Bardem. En la vorágine de
notas que dio en los últimos meses, Craig se encargó siempre de ensalzar a Bardem
por su don de gente, y habló mucho de su pasión común. “Es curioso, pero nunca
pudimos ir a un partido del Seis Naciones juntos. Él me regaló entradas para un
partido, y yo le regalé a él para otro. Pero nunca fuimos juntos”, le dijo a la
revista británica Short List.
BARDEM
EN LA FURIA
El cine
y la televisión obligaron a Javier Bardem a dejar el rugby en 1990, el día que
llegó a una grabación con un ojo en compota. La guinda o el set, le dijo un
director. Le costó mucho al canario, pero se decidió por la actuación. Y mal no
le fue.
Resultó doloroso para Bardem por varios
motivos. Primero, porque era buen primera línea. Jugó como pilar desde los 14
años en el Liceo Francés de Madrid (de allí también salió Sergio
Peris-Mencheta, protagonista de Love Ranch, junto a Joe Pesci y Hellen Mirren;
Peris Mencheta hace de Armando Bruza, el personaje basado en Ringo Bonavena) y
su nivel lo llevó a debutar en la selección española de cadetes el 15 de
febrero de 1986, en un partido ante Portugal, por el XV torneo del León, y que terminó con derrota 9-10.
Después siguió en La Roja, pero a los 23 años, colgó los botines. Un ex entrenador suyo, Tomy García,
dijo que, a diferencia de otros primeras líneas, Javier no era gordito: “Era
fuerte, y es que le gustaba mucho el deporte y cuidarse físicamente".
Asoma Javier Bardem, identificado con un circulito rojo, con la camiseta de la selección española.
Bardem no cancherea demasiado con su pasado en el combinado nacional español. Tampoco
jugó en los All Blacks. Alguna vez reconoció que “jugar al rugby en España es como ser torero
en Japón, una rareza”.
El segundo motivo es la consideración de Bardem hacia este
deporte, ya que lo reconoce como piedra basal de su personalidad y de su
carrera como actor. “Por mis 15 años jugando al rugby
tomé consciencia de la importancia de ser un equipo. Se lo importante de
conocer cuál es mi posición. Y sabiendo eso, sé que estoy apoyando a mis
compañeros para hacer algo juntos. Y cuando voy a un set de filmación, sé eso,
que es algo que aprendí del deporte”, dijo Bardem, luego de haber ganado el
Oscar al mejor actor de reparto por su papel en Sin lugar para los débiles, en
2007.
BARDEM CONTRA
ARGENTINA
Quizás alguno
recuerde al español en un papel deportivo. En Carne trémula (1997), su
personaje, David, es un policía que queda parapléjico por un balazo en la
columna vertebral, y rehace su vida convertido en un jugador de básquet en
silla de ruedas. Como en la vida real, también llega a la selección, y en la
película se lo ve jugando nada menos que contra Argentina, por una medalla en
los Juegos Paralímpicos de Barcelona 92. El final es para la Roja 56-52
(estuvimos cerca), con un David descollante: 20 puntos, 8 rebotes y 3
asistencias de promedio en el torneo (es ficción pura: Holanda, Alemania y
Francia se subieron al podio en esos Juegos).
Bardem en Carne Trémula. En silla de ruedas nos pasó el trapo en Barcelona 92.
LOS DEPORTES DE
BOND
Se pudo ver algo
de deporte en torno a la nueva película de 007 en los últimos meses. Por
ejemplo, al mismísimo Daniel Craig en la piel de Bond, depositando a la reina
en paracaídas en el Estadio Olímpico de Stratford.
La reina se tira en paracaidas con James Bond, en los Juegos Olímpicos de Londres.
O a Wayne Rooney
parodiando el trailer de Skyfall, en el que el Wonder Boy no busca a un villano
malvadísimo sino al tipo que le hizo el transplante capilar.
Rooney parodia a Bond y busca a los delincuentes que le hicieron el implante capilar.
Pero en la
historia de 23 películas, obviamente, hay algo de deportes. En el blog “James
Bond memes”, nos dice su autor, Edward Biddulph (un arqueólogo de Oxford): “Entre
sus misiones secretas, James Bond tiene tiempo para un poco de deporte. Sabemos
por su partido de alto riesgo en Goldfinger
que él es un entusiasta del golf, pero también que sabe esquiar, lo cual fue
muy útil cuando tuvo que escapar de las garras de Blofeld en Al Servicio Secreto de Su Majestad. Bond
es un nadador fuerte, como vemos en Vivir
y dejar morir, y revela en Operación
Trueno que el buceo es una de sus aficiones. Bond fue deportivo en su
juventud. Su obituario en Sólo se vive
dos veces nos dice que en la escuela Bond era atleta y boxeador, y que también
tomó clases de judo”.
Diego Maradona
debe ser uno de los personajes más ricos en la historia de la humanidad. Por lo
que fue como jugador y por lo que generó fuera de las canchas, por la manera de
expresar sus pasiones, sus contradicciones y sus frases para enmarcar. Sin
embargo, el cine todavía le debe su gran película. Y él mismo, su gran
participación en cine.
Afiche de la película Maradona by Kusturica
Hay
películas sobre Maradona. Sobre todo documentales. Pero ninguna alcanzó la
gloria. Se esperó mucho y se recibió poco del documental de Emir Kusturica
Maradona by Kusturica. Tampoco dio demasiado El día que Maradona conoció a
Gardel, en la que se busca al Pelusa para liberar el alma del Zorzal criollo.
Amando a Maradona, otro documental, cuenta un poco su vida, y que se basa más en
el fervor que propaga su imagen.
TODOS LLORAMOS CON HÉROES
Pero la película que mejor muestra a Maradona,
la que pone la piel de gallina, la que hace llorar al hincha, es Héroes. Oh,
caprichos del destino, justamente el film que mejor retrata a este destructor
del establishment, es la película oficial de un Mundial, el del 86. Sí, Heroes
es la película oficial del Mundial de México.
"Special kind of hero", de Stephanie Lawrence. Tema de la película Heroes. En el clip aparece mucho Maradona, pero también un grande de Uruguay: el Tano Daniel Gutiérrez.
En Héroes
(que en la versión original cuenta con la voz en off del británico Michael
Caine, el actor que interpretó al capitán John Colby en Escape a la Victoria)
Maradona es el protagonista por lo que juega y por lo que transmite. Y para que
haya sido un suceso (sobre todo en Argentina) también hay que darle gracias a
la suerte: ir a hacer la película oficial de un torneo y volver con material en
fílmico con mil cámaras de la explosión a nivel mundial de uno de los mejores
jugadores de fútbol de la historia es solo comparable con acertar el Quini
habiendo jugado una sola vez en la vida.
DIEGO TE ROMPE EL RATING
En lo que a
ficción se refiere, Diego siempre hizo de Diego. Su debut absoluto en la pantalla
grande se produjo cuatro años después de su debut en Primera División. En 1980,
Maradona, que ya era Maradona, tuvo una pequeña participación en ¡Qué linda es
mi familia!, una comedia con mucha música dirigida y protagonizada por Palito
Ortega, en la que el Diez mantiene un breve diálogo con el otro protagonista,
Luis Sandrini (desarrollo típico de aquella época: Palito quiere ser músico, su
papá Sandrini se opone).
Un año más
tarde, Maradona realizó su mejor performance ficcional. El la película Te rompo
el rating (cuánta falta nos hacen títulos como estos en la actualidad), el hijo
de doña Tota comienza una jugada maradoniana, muy parecida a la del segundo gol
a Inglaterra en el Mundial 86, y cuando está por definir, tras dejar al arquero
en el piso, entra al campo de juego el Gordo Porcel para hacerle una nota, muy
extensa, que sería la envidia de Titi Fernández. Obviamente, la duración de la
nota le da tiempo al arquero a recuperarse y sacarle la pelota de los pies. La entrevista
de Porcel con Diego, a metros del arco, no tiene desperdicio.
"El Gordo Porcel le garca un golazo a Maradona", titula Pato Torres a este video en Youtube. Gran síntesis.
EL HOMENAJE MENOS ESPERADO
Curiosamente,
uno de los mejores homenajes a Maradona en el cine lo hicieron los ingleses en
la divertida y futbolera película Mike Bassett: England manager (2001), que
relata la historia de un técnico mediocre (Ricky Tomlison) que sin saber muy
bien por qué, es puesto al frente del seleccionado nacional antes de un mundial
que se juega en Brasil. No le va del todo bien, pero en un cruce, enfrenta a
Argentina y termina ganando con un gol de Kevin Tonkinson (Dean Lennox Kelly),
que es una mezcla de los dos goles que le hizo el abuelo de Benja a Inglaterra en
el Mundial 86. El festejo posterior es memorable.
Gol de Inglaterra a Argentina en un mundial. Una mezcla de barrilete cósmico y la mano de Dios. En Mike Bassett: England manager.
Queda
pendiente, entonces, la película sobre Maradona. Si no es mucho pedir, de
ficción, basada en un hecho real. Hay material de sobra.
Hoy se cumplen 10 años del debut de Emanuel
Ginóbili en la NBA (también del debut de Andrés Iniesta en el Barsa y 26 años de la obtención de la primera Libertadores de River). El
mejor jugador argentino de básquet de la historia jugó su primer partido oficial
con los Spurs antes Los Angeles Lakers y terminó con 7 puntos, 1-4 triples, 2-5
dobles, 2 rebotes, 3 asistencias y 4 robos, uno de los cuales hizo calentar un
poco a Kobe Bryant.
Debut de Manu en la NBA. Contra Lakers. Casi al final, vean la bronca de Kobe por un robo del bahiense.
Manu fue tres veces campeón de la NBA, pero
nunca interpretó papel alguno en películas, ni siquiera haciendo de sí mismo, a
diferencia de otras grandes figuras como Shaquille O’Neal (Blue Chips, Scary
Movie 4), Kareem Abdul Jabbar (¿Y dónde está el piloto?, Olvidate de París),
Julius Erving, (The fish that saved Pittsburg), Michael Jordan (Space Jam),
Magic Johnson (Una casa patas arriba), u otras de menor calibre como el
canadiense Rick Fox (Eddie, con Goopy Goldberg), Ray Allen (He got game, de
Spike Lee) o el rumano de 2.31
metrosGeorge Muresan (Mi gigante, con Billy Crystal).
Sí realizó infinidad de comerciales, en los
que se nota por qué aún no ha incursionado en la actuación. Grabó
una veintena para la cadena de supermercados texana H-E-B (en los que sí se
luce bastante su entonces compañero Bruce Bowen) y algunos más para Gatorade,
adonde pudo destacarse un poco más, sobre todo porque lo tienen en acciones de
juego, que es lo que mejor hace. Una de las más recordadas: cuando enfrenta al
Diablo, personificado por Ernesto “Gooffy” Currat, un personaje del básquetbolargentino en si mismo(imperdible de Currat: "Jugamos a 3, saca el que arruga en los mundiales" y se la da a Manu). También hizo de cirujano en uno del hospital Christus San Rosa de San Antonio y trabajó en otras publicidades del Banco Provincia.
Ginóbili participó en el excelente documental
de los hermanos Baltazar e Iván Tokman Tiempo Muerto(investigación del sociólogo y entrenador de básquet Emilio Gutiérrez), en el que se cuenta la
historia de la suspensión por problemas políticos del mejor equipo argentino de
básquet del siglo XX, que fue campeón mundial en 1950.
Por suerte, Manu no perdió el tiempo
mientras espera el llamado de Hollywood: tres anillos de la NBA, un oro y un
bronce olímpico con la selección argentina, campeón italiano y europeo y MVP en
casi todos los torneos que disputó.
Publicidad de H-E-B. Hay más en youtube, con Duncan, Parker y Brent Barry.
Uno contra uno de Manu con el Diablo. "Saca el que arruga en los mundiales", dice el Diablo Currat.
Trailer del docu Tiempo Muerto, de los hermanos Tokman, con investigación de Emilio Gutiérrez.
El
mundo se sorprendió cuando George C.
Scott rechazó el Oscar que había ganado por su interpretación del general
Patton. Scott dijo que los Oscar eran un “desfile de carne de dos horas” lleno
de corrupción y ya había anticipado años antes que si un día ganaba una
estatuilla de la Academia, se limpiaría el culo con ella. Incluso alegó una
razón deportiva para no asistir a la premiación de 1971: “me quedé viendo un
partido de hockey en casa”.
Amarilla es el primero, hincado, de derecha a izuquierda, con camiseta de Paraguay.
Fue el
primer actor que rechazó un Oscar (se anticipó dos años a Marlon Brando, que no
quiso el suyo por El Padrino en 1973;
en las dos estuvo Coppola, no Guillote). En esa velada, la película Patton se llevó 6 Oscar más. Resultó un escándalo. Pero no para todos. Esa misma noche,
apretaba el puño y festejaba la victoria de Patton
como propia Florencio Amarilla, un delantero paraguayo zurdo, mundialista y que
participó como extra en el film. Así,
Amarilla se convirtió en el primer futbolista en ganar un Oscar.
HAT
TRICK Y MUNDIAL
Florencio Amarilla Lacasa nació en Coronel Bogado,
Paraguay, el 30 de enero de 1935 y vivió parte de su juventud en Argentina. Se
sabe que en estas tierras jugó al menos en un equipo amateur llamado
Buenaventura, cuando se usaba boina para pelotear. Volvió a su Paraguay natal
para descollar en Nacional de Asunción y en Olimpia. Fue parte de dos hitos en
la historia de la selección guaraní: en
las eliminatorias del 57, convirtió un hat trick en el 5 a 0 sobre Uruguay, que
sirvió para clasificar a la albirroja al Mundial 58. Ya en Suecia, también tuvo su momento de
gloria. Abrió el marcador en el partido
entre Paraguay y la Francia de Just Fontaine y Raymond Kopa, y luego, tras dos goles
de Fontaine, puso el 2 a
2 de penal. Así se fueron al descanso. Después, Jorge Romero pondría el 3 a 2 parcial, hasta que
Francia despertó y le zampó 5 al hilo. Fue 7 a 3 y regreso a casa. No alcanzaron el 3-2
ante Yugoslavia y el 3-3 con Escocia para pasar de ronda.
Mundial 58:Francia 7 - Paraguay 3, con dos goles de Amarilla.
Pero
esa actuación les alcanzó a Amarilla y a varios de sus compañeros para cruzar
el océano e instalarse en España. En la temporada 58/59, Florencio fichó con el
recién ascendido Real Oviedo, y en la 61/62 pasó al Elche, también de primera
división. Su velocidad, su zurda prodigiosa y la potencia de su remate le
sirvieron para hacerse un lugar, hasta que una lesión en el tendón de Aquiles
lo sacó de las canchas por un tiempo. Se quedó sin equipo, se operó para
acelerar la recuperación (algo muy raro en esa época) y pagó él mismo la intervención. Jamás
alcanzó el nivel que lo había llevado a la elite española.
Repuesto a medias, deambuló por clubes de segunda división como Constancia de Inca,
L’Hospitalet, Abaran de Murcia, Manchego y en la temporada 67/68 llegaría al
Almería, donde finalmente se instaló.
CARA DE
INDIO
El mismo
Amarilla cuenta, en el libro Amarilla: el
futbolista que quería ser actor, del periodista almeriense Juan Gabriel
García, cómo fue que consiguió su primer papel en el cine: “Estaba en el Gran Hotel
tomando una cerveza. Se me acercó un señor de dos metros de altura, Antonio
Tarruella, un ayudante de dirección, y como me vio cara de indio me dijo que si
quería participar en una película”. El film era 100 rifles, con Raquel Welch y Yul Brinner, con quien Amarilla
trabaría luego una buena amistad.
Yul Brinner y Florencio Amarilla, cuándo no, de indio. Nace una amistad.
Gracias a sus facciones aindiadas y su
facilidad para montar a caballo consiguió infinidad de papeles en diferentes
películas, cuando en España era habitual el rodaje de westerns hollywoodense
clase B. No hay un registro fehaciente (algunos dicen más de 100), porque en
muchas cintas no figura en los créditos y en otras, sí. Incluso llegó a
tener diálogos, casi siempre en alguna lengua aborigen norteamericana, con un
dejo de acento guaraní.
Fue
actor de reparto en 6 films y compartió cartel, además de Brinner y Welch, con Alain Delon, Toshiro Mifune, Richard
Crenna, Charles Bronson, Lee van Cleef o Ursula Andress. Y en su CV se
puede leer su participación en 100 rifles,
Shalako, Orgullo de estirpe, Patton,
Agáchate maldito o El Cóndor. Chupate esa naranja.
El
momento culminante de su carrera como actor es sin duda su diálogo con Charles Bronson en Chato,
el apache. También participó, sin crédito en los títulos, en Conan, el bárbaro, en la que compartió
cartel con el ex Mister Olympia Arnold Schwarzenegger, y con Max von Sydow, recordado
por todos como el mayor nazi Kar von Steiner, que acepta arreglar el partido
entre prisioneros del campo de concentración con Pelé y Ardiles, contra la
selección aria, en Escape a la Victoria.
Amarilla en el rodaje de Hannie Coulder, con Raquel Welch.
Cuentan
que ya devenido en DT en Almería, alternó su pasión por el fútbol con el cine y
más de una vez se apareció vestido de indio en un entrenamiento. Eso sí, no
perdía el respeto de sus dirigidos. Se ponía a entrenar a los arqueros, les
pateaba desde fuera del área y siempre se las clavaba en un ángulo.
Una
trombosis lo alejó de la dirección técnica cuando tenía 71 años y el club
Níjar, de Almería, le dio trabajo como utilero y un lugar para vivir. Hace dos
meses, el 25 de agosto, y luego de pelearla mucho, falleció en Vélez Rubio, Almería, el lugar que había elegido para
vivir.
El
amigo de Yul Brinner. El del hat trick a Uruguay. El que filmó con Raquel
Welch. El que le metió dos goles a la Francia de Fontaine en un Mundial. El que
charló en una lengua irreconocible con Charles Bronson. Florencio Amarilla. El delantero paraguayo que ganó un Oscar.