Terminó el
mundial. El de la FIFA. El que tiene todos los hilos de la corrupción al
descubierto, pero que igual nos genera ilusión, alegrías y tristezas. Y ahí lo
tenemos, en un video club o en Netflix, a Colin Farrell, lejos de Alejandro Magno, hablando de otro mundial en Kicking it, el documental que muestra la
edición 2006 de la Copa del Mundo de Fútbol Calle. El mundial de los homeless.
Resulta un
ejercicio bastante sano sentarse a ver este documental tan cerca del mundial
“de verdad”, porque, además de contar tres o cuatro historias muy bien
contadas, nos direcciona hacia otro fútbol, distante del de las gigantografías
de Messi o los shampúes de Cristiano Ronaldo. Un fútbol con los mismos
conflictos que el de la FIFA, pero que reivindica desde otro lugar. Un fútbol
que es herramienta. Un fútbol de pequeños héroes que emocionan. Un fútbol con
paredes, cuatro jugadores y arcos bajitos, de dos tiempos de 7 minutos y
penales en movimiento. El fútbol para los sin techo ya abarca más de 70 países y 300.000 jugadores al rededor del mundo.
Trailer de Kicking it (2006)
La película
es chiquita pero muestra un esfuerzo gigante. “Combatir la falta de hogar a
través del fútbol”, dice el eslogan de la entidad que organiza el torneo. Por ahí
suene demasiado pretencioso, pero refleja el intento.
La
dirección es de Susan Koch y Jeff Werner, quien tiene más trayectoria como
editor, con trabajos en algún 30x30 de ESPN como The Year of Yao (el docu del
gigante chino Yao Ming) o Go Tigers! (también docu, pero sobre un equipo de
fútbol americano de una escuela) .
SEIS
HISTORIAS
El film se
desarrolla en la cuarta edición del Mundial de Fútbol Calle, en Ciudad del
Cabo, Sudáfrica, y se apoya en seis historias de seis equipos (Afganistán,
Estados Unidos, Kenia, Rusia, España e Irlanda) de los 48 que estuvieron en el
certamen.
Escena del partido Afganistán (blanco) 5 - Rusia (rojo) 4, del Mundial 2008 en Melbourne, Australia.
Conmueven
particularmente las de Alex, un keniata que tiene esperanza de que algún
cazatalentos lo vea y lo rescate, y que a pesar de que lo tiene prohibido, no
puede no desobedecer al DT y erra penal tras penal, cual Palermo de ébano. O la
de Jesús, un canterano del Real de 62 años al que una lesión lo dejó afuera del
fútbol y del sistema. Y la de Demian, el arquero irlandés adicto a la
nandralona, que fue preso y al que la madre echó a la calle. Incluso hay una
linda historia de amor entre un afgano y una paraguaya.
LA CONEXIÓN
ARGENTINA
Argentina
participó del mundial que se ve en el docu Kicking It, y viene participando en
los Mundiales de Fútbol Calle desde su segunda edición, la que se realizó en
Suecia en 2004. De hecho, existe un documental de Damián Cukiercorn, La otra
copa (2006), que muestra la preparación del equipo argentino, la selección de
jugadores y el torneo en sí.
Trailer de La otra copa (2006), de Damián Cukiercorn.
QUIÉN VA AL
MUNDIAL
Hecho
Social Club es una ONG dedicada al deporte como herramienta social, y es la
encargada de la selección argentina de fútbol de calle, que es la que va a la
Homeless World Cup, y que surgió como una entidad hermana de Hecho en Buenos
Aires, la revista social nacida hace 15 años, en la que trabajan personas en
situación de calle y personas sin trabajo, y que ellos mismos venden para
generar ingresos.
“Formalmente
se empezó a trabajar en paralelo con el primero Mundial, el de 2003. Hasta ese
momento, solo teníamos teníamos una actividad deportiva: un partido colaboradores
contra vendedores de la revista”, dice Sergio Rotman, director de Hecho Social
Club a La claqueta no se mancha.
La Selección Argentina de Fútbol Calle, en La Bombonera, en 2010.
“A partir
de ahí, nos pusimos a trabajar más organizadamente, para poder ir al mundial
siguiente. Y luego de participar, vimos que el impacto era muy fuerte y nos
dimos cuenta que era bueno trabajar en lo deportivo –agrega Rotman-. Los que
participan en el torneo y los que no, pero quieren ir, pasan por un proceso
duradero. El Mundial es un punto intermedio. Es un premio a un proceso por
superarse, y que les permite ser premiados de alguna manera, pero también los
habilita a continuar con las mejorías. La autoestima sube, les genera un
sentido de pertenencia, afianzan vínculos… Vemos que después de la experiencia
deportiva, se ponen a trabajar, terminan los estudios, y tienen ganas de no
estar más en la calle”.
La
estructura comenzó a crecer. Ya hay varias ligas locales, se está organizando
un torneo nacional y ya se juega la Copa América. El próximo mundial será en
Santiago de Chile, del 19 al 26 de octubre próximos.
Todo era
muy parecido. El arquero Tim Howard se estaba convirtiendo en el héroe de una
jornada histórica para una selección de Estados Unidos, en su partido de
octavos ante Bélgica. Igual que Frank Borghi en el Mundial de Brasil del 50,
ante Inglaterra. Incluso el país anfitrión era el mismo. Borghi y Howard
mantuvieron el cero en el arco propio ante un rival superior. Tapadas
inolvidables. Palos amigos.
Sobre
Borghi y sus compañeros se hizo una película, porque a los 37 minutos, en un
ataque aislado, Joe Gaetjens desvió un remate sin destino y sentenció el 1 a 0
ante los inventores del fútbol. Howard, en cambio, no tuvo esa suerte.
Wondolowsky, en el minuto 91, tuvo el gol de la victoria. Pero Wondolowsky tiró
pelota y película por arriba del travesaño. En el tiempo extra, Bélgica se
quedó con todo. Incluso con los créditos del final.
Trailer de "El partido de sus vidas", de David Anspaugh (2005)
La película
que casi copia el equipo yanqui en este Mundial 2014 se llama El partido de sus vidas, y cuenta cómo
se armó ese equipo amateur, de un país sin tradición futbolística, para ir a
Brasil 50 y ganarle a Inglaterra 1 a 0. Hollywood tomó esta historia y la
enalteció, más allá de que esa fue la única victoria de Estados Unidos en el
torneo (había perdido con España 3 a 1 y luego cayó ante Chile 5 a 3).
UNA DE HOLLYWOOD EN BELO HORIZONTE
El partido de sus vidas está basada en un libro homónimo,
de no ficción, escrito por Geoffrey Douglas, periodista y profesor de escritura
de la Universidad de Massachusetts/Lowell, y fue dirigida por David Anspaugh,
reconocido por su tarea como director en dos de las mejores películas
deportivas de la historia: Hoosiers
(una de básquet) y Rudy (fútbol
americano), las tres con Angelo Pizzo como guionista. El asesor futbolístico
del film fue Eric Wynalda, que jugó tres mundiales con la selección
norteamericana y convirtió el primer gol de la historia de la Major Soccer
League en 1996.
La cinta
tiene bastante fútbol, muchas imágenes de entrenamiento y partidos, lo que
permite ver quiénes de verdad juegan y quienes actúan de jugadores. Por
ejemplo, de Clarkie Souza (Nelson Vargas), se aprecia que tiene idea. A Joe Gaetjens
(Jimmy Jean Louis) se lo puede ver marcando el pase como lo haría Bazán Vera. Y
el arquero Borghi (Gerard Butler, también hace de exfultbolista en Un buen partido -2012-) está muy bien en los mano a mano, aunque en
las escenas que requieren más “actuación” muestra la hilacha, y al embolsarla
se parece poco al Lev Yashin del Mundial del 62 y mucho al Stallone en Escape a la victoria.
La historia
respeta bastante la realidad, aunque, como siempre, Hollywood comete errores y
frecuenta olvidos. Es cierto que a la selección la sigue un solo periodista en
el Mundial, Dent McSkimming, del St. Louis Post-Dispatch, y es su personaje (interpretado
por Patrick Stewart) quien relata los hechos en el film. Y también es verdad
que el de Estados Unidos era un equipo muy flojo (venía de comerse 12 goles en
dos partidos ante México en la eliminatoria, pero clasificó porque entraban dos
del grupo de tres y los cubanos eran peores aún).
Pero, por
ejemplo, existen algunos detalles a tener en cuenta. En una reunión de plantel,
Pee Wee (Jay Rodan) dice “para qué vamos
a ir, para que nos humillen los profesionales. ¿Cómo nos fue en las últimas
olimpiadas? 9 a 0 con Italia”. Cierto: en 1948, en Londres, EE.UU. se comió un
ominoso 0-9 ante los tanos, pero no eran profesionales. En los Juegos
Olímpicos, en esa época, no se permitía jugar a los rentados. También les
informan que, para enfrentar a Inglaterra, tienen que viajar “a un pequeño
pueblo llamado Belo Horizonte”, que por entonces ya contaba con 250 mil
habitantes y era la sexta ciudad de Brasil.
La progresión
del partido es la real. Inglaterra (en la que juega Alf Ramsey, quien fuera DT
inglés en el mundial 66, autor del calificativo “animals” para los argentinos
luego del partido por cuartos) lo pelotea mal a Estados Unidos. Parece
Brasil-Argentina en el 90. Y al igual que en aquel match, en el primer avance yanqui,
en lugar de combinarse Diego y Cani, Bahr la revolea al área y Goetjens
anticipa y marca.
Cuando
termina el partido, tras una defensa emocionante, el milagroso gol de Gaetjens
y una monumental tarea de Borghi bajo los tres palos, el DT dice: “Es el mayor
esfuerzo que le haya visto a un equipo de cualquier deporte en la historia”. Se
nota que no había visto el 2-2 de Independiente contra Talleres en la final del
Nacional 77.
TRES
PARTIDOS PARA EE.UU., UNO PARA HAITÍ
Borghi es
uno de los protagonistas de la película y uno de los héroes de aquel partido. El
otro héroe, aunque en el film se le da un papel secundario, es el autor del único
gol, Joseph Gaetjens, un haitiano que había ido a estudiar Economía a la Universidad
de Columbia en Nueva York, y que despuntaba el vicio del fútbol en un equipo de
la Gran Manzana, el Brookhattan (mezcla de Brooklyn con Manhattan, se supone).
Joe Gaetjens (en la peli interpretado por otro haitiano, el actor Jimmy
Jean-Louis) había sido figura desde los 14 años en el Etoile Haitienne, de su
Puerto Prícipe natal, con el que ganó dos títulos locales. Luego, la liga
norteamericana, en su primera temporada, se proclamó goleador.
El capitán
del equipo, Walter Bhar (Wes Bentley, el de Belleza
american y Los juegos del hambre), es quien insiste para que incluyan a
Gaetjens en el plantel mundialista, a pesar de la negativa de los dirigentes,
que no dicen por qué no lo quieren. En la realidad, todo indica que fue
cuestión de ir, hablarle y que aceptara. Gaetjens no se había nacionalizado,
tenía visa de estudiante, y solo tuvo que decir que pronto se haría ciudadano
norteamericano para que la FIFA lo dejara jugar. Promesa que también hicieron
otros dos integrantes extranjeros de ese equipo, el belga Joe Maca y el escocés
Eddy McIlvenny. Alfred Colombo (España), el arquero Frank Borghi (Italia), John
Souza (Portugal) y Edward Souza (Portugal) también eran extranjeros, pero sí
estaban nacionalizados. "No era un jugadorazo, pero estaba siempre muy bien ubicado. Nadie sabe bien cómo hizo para el gol contra Inglaterra, pero lo cierto es que estaba ahí y lo metió", recordó hace poco Bhar, en una nota a la revista Sport Illustrated.
Gatejens es llevado en andas luego de su gol ante Inglaterra, en 1950.
Gaetjens nunca cumplió su promesa. De hecho, al
regresar del Mundial, armó las valijas y se fue tres años a jugar
profesionalmente a Francia, en el Racing de París y el Olympique de Ales,
período en el que las lesiones no le permitieron destacarse. En 1953, Gaetjens
volvió a Haití, donde fue recibido como un héroe y hasta se le organizó casi un
partido homenaje, ya que fue incluido en un juego de eliminatorias contra México, pero para su
país natal, cuando ya no le daba el físico, percudido por los magullones. O
sea, el héroe de Belo Horizonte, con Estados Unidos, solo tres partidos y un
gol.
GAETJENS,
EL HEROE DESAPARECIDO POR PAPA DOC
Una vez
retirado del fútbol, Gaetjens se dedicó a los negocios en su país. Pero la
situación política en Haití era muy complicada. En 1957 ganó las elecciones François
Duvalier ante Louis Dejoie, un político al que apoyaba la familia de Gaetjens y
con el que tenía un vínculo familiar lejano. Duvalier, conocido mundialmente
como Papa Doc, ganó las elecciones nuevamente en 1961, y endureció su lucha
contra los opositores luego de un intento de asesinato en 1964. Para evitar más
problemas, Papa Doc se autoproclamó presidente vitalicio el 7 de julio de 1964.
Ese día comenzaría una de las mayores persecuciones y matanzas de civiles a
manos de un estado en la historia.
Alertada
por amigos, la familia de Gaetjnes decidió huir a la vecina República
Dominicana un día antes de la autoproclamación de Duvalier, pero sin Joe, que
pensaba que por su fama y al no tener actividad política, no tendría problemas
con el régimen. Error. El jugador fue acusado de colaborar con la oposición y
de “mestizo” (era descendiente de africanos y alemanes). Papá Doc quería un
país compuesto por negros afrohaitianos, ya que consideraba que los mestizos
habían reprimido a los negros a lo largo de la historia. Curiosamente, en la
película lo muestran a Gaetjens como practicante del vudú aunque era católico,
otro detalle que lo enfrentó con el gobierno de Duvalier, que había instaurado al
vudú como religión oficial.
El 8 de
julio, Joe Gaetjens fue detenido por los Tontons Macoutes (nefasto grupo paramilitar pro-Duvalier) y enviado a la
prisión de Fort Dimanch, una cárcel para presos políticos a los que generalmente
se los golpeaba, se los castraba y se los dejaba morir de hambre. Joe Gaetjens
tenía 40 años cuando fue detenido. Nunca más se supo de él. Se cree que el
mismo Papa Doc se encargó de asesinar a Gaetjens dos días después de su
arresto.
Sobre esta parte de la historia, no hay película todavía, pero sí un muy informe para televisión.
LA CAMISETA
MUFA
Uno está
acostumbrado a ver a Inglaterra de blanco, de celeste claro o de rojo. Nunca de
azul, como en la película. Sin embargo, la aparición de ingleses con camiseta
azul no responde a una adaptación hollywoodense. Usaron esa camiseta. Ese día y
una sola vez más los estrategas de Albión vistieron de azul: fue en el 1-4 en
Lima, ante la selección de Perú, y con Bobby Charlton en el once inglés. Luego
de esa derrota, la camiseta azul fue lavada, planchada y guardada bajo siete
llaves.
En
mundiales, Inglaterra y Estados Unidos se enfenteraron solo una vez más. Fue en
Sudáfrica 2010: 1 a 1, con gol del texano Clint Dempsey, con la inestimable
ayuda del arquero británico Robert Green.
Stanley Mortensen (Gavin Rossdale) vistiendo la camiseta azul "drapie" para la película.
LA CONEXIÓN
ARGENTINA
El 29 de
junio de 1986 Argentina vivió la que hasta ahora se considera el éxito más
importante de su historia futbolística: ganó un mundial, fuera de casa. Para
los yanquis, el 29 de junio también es un día épico, futbolísticamente
hablando, ya que en esa fecha, pero en 1950, consiguieron el éxito
insospechado, el primer gran batacazo internacional. El 1 a 0 ante los
inventores del fútbol, que hasta ese Mundial, el de Brasil, no habían querido participar
en el torneo porque se consideraban superiores.
Y acá
podemos entender un poco el espíritu de la industria del cine norteamericana, y
la diferencia con nuestra idiosincracia. Hollywood puede hacer una película sobre
un solo partido, una sola victoria, aislada, pero todavía no existe una (de
ficción; Héroes es la película
oficial FIFA de México 86) que cuente la epopeya de Diego y sus secuaces en
1986.
La otra
pata de la conexión argentina viene de la mano de uno de sus protagonistas: Wes
Bentley. No es argentino, no tiene una novia argentina, ni compró un
departamento en la avenida Chiozza en San Bernardo. No. Bentley, adicto
reconocido como adicto a la heroína y la cocaína, en una nota al New York Times
en 2010, dijo que aceptó filmar El
partido de sus vidas y otras tantas películas para ganar dinero y poder
comprar drogas. Y que pudo salir de ese infierno luego de la muerte por
sobredosis de su mejor amigo, el también actor Heath Ledger (Batman, el caballero de la noche, Casanova).
Bentley, sin dinero ni ofertas, aceptó participar en la cinta sobre Escrivá de
Balaguer que se filmó en Buenos Aires. Y durante el rodaje entabló relación con
un miembro del equipo de la película que le contó que él había pasado por una
etapa similar y cómo había podido desintoxicarse.